Los globos

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

Vínculos sensibles en tiempos sórdidos

Mariano González dirige y protagoniza Los globos, debut sobre un hombre que le escapa a la paternidad. Su hijo Alfonso es el niño de la ficción. El filme se estrena esta semana en el Cineclub Municipal Hugo del Carril.

Los globos de Los globos, ópera prima de Mariano González, nunca se inflan: se aferran con su color apagado a los moldes con forma de paletas de ping-pong de la modesta y desahuciada fábrica de conurbano en la que César (González) se rearma después de un pasado de reclusión. Esa falta de condescendencia en un filme sobre el a menudo tierno vínculo padre-hijo atraviesa todo Los globos, que a su modo hiperrealista (entre la vertiginosa cámara en mano de los hermanos Dardenne y el pulso social de Pablo Trapero) cuenta con intervalos sobriamente efectistas que incluyen sobredosis, golpiza y sexo clandestino.

Pero hay reposo en Los globos, sobre todo en la segunda mitad, cuando el plano solitario de César se amplía al peso visual y emotivo de su hijo (también hijo de González), si bien la experiencia conjunta no será gratuitamente apacible y entregará uno de los instantes más desgarradores del cine argentino reciente. Ese retrato sensible de lo roto (o pinchado, o desinflado), condición que arrastran el protagonista en primer plano y el contexto sórdido sugerido, es el aire fresco que nutre Los globos.