Los fantasmas de Scrooge

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

En 1843, Charles Dickens publicó una de sus obras más emblemáticas: Un Cuento de Navidad. La novela conoció miles de adaptaciones teatrales, televisivas y cinematográficas. Nadie se perdió de adaptar la historia del antipático Scrooge y los fantasmas que quieren hacerlo cambiar: Disney, los Muppets, incontables de dibujos animados. Una de las versiones más originales fue Los Fantasmas Contraatacan, protagonizada por Bill Murray, allá por 1988.

La ya mencionada empresa del Ratón Mickey es quien nos trae una nueva versión del asunto, a cargo de Robert Zemeckis, quien dijo: “Creo que cuando la historia es maravillosa la puedes contar y volver a contar de mil maneras diferentes”. Siguiendo la línea de sus recientes películas —la también navideña El Expreso Polar (¡donde ya aparecía Scrooge!) y la oscura y adulta Beowulf: la Leyenda—, aplicó la técnica de motion capture. Tecnología que el director de Volver al Futuro va perfeccionando con el correr de los films: uno ve a Scrooge y sorprende por lo realista de su textura y de sus gestos. Lo mismo sucede con el resto de los personajes. El mayor reto a superar sea el de los ojos: todavía no son lo suficientemente vivos, expresivos. Por supuesto, al ser animación es posible una mayor destreza visual, como planos secuencia aéreos y otros movimientos de cámara imposibles de realizar de manera convencional. Según Bob Z: “Lo que es notable cuando uno lee Un Cuento de Navidad es que parecería que Charles Dickens hubiera escrito este relato para que fuera filmado. Es tan visual y cinematográfico; y yo deseaba utilizar la última tecnología para lograr recrear la historia tal como creo que Dickens debe de haberla imaginado”.

Jim Carrey es perfecto para interpretar al personaje... mejor dicho, a los personajes del título en castellano. Es verdad que gesticula, pero nunca en exceso y siempre en función de lo que requiere su rol, logrando desagradar, conmover y causar gracia (“Cuando Jim interpreta su papel, no interpreta simplemente una voz, o un dialecto, su cuerpo entero y cada uno de sus músculos se transforman y se meten en la piel del personaje”, declaró el director).

Robert Zemeckis vuelve a demostrar que, además de estar a la vanguardia de los avances tecnológicos vinculados al séptimo arte, es uno de los maestros de la narración cinematográfica contemporánea. Su mezcla de humor, aventura, fantasía, delirio, crítica social y momentos emotivos sigue siendo su sello personal. Aunque parece decidido a no hacer más películas comunes y corrientes, al menos por un tiempo. Tan enganchado está con el cine de animación que sus próximos proyectos irán por ese lado, empezando por la versión 3D de El Submarino Amarillo, basada en aquel film de Los Beatles.

Porque Bob se anima a todo, ¿viste?