Los espíritus de la isla

Crítica de Patricio Ferro - Loco x el Cine

Los espíritus de la isla es la cuarta película escrita y dirigida por Martin McDonagh, en la que vuelve a trabajar junto a Colin Farrell y Brendan Gleeson, protagonistas de su opera prima Escondidos en Brujas. Nominada a nueve premios Oscar, cuenta además con las actuaciones de Kerry Condon, David Pearse y Barry Keoghan, entre otros.

La historia transcurre en la isla irlandesa de Inisherin, en la que Colm (Gleeson) decide dejar de hablar con Pádraic (Farrell), poniendo así fin a su amistad. Por lo que el segundo se esfuerza en recuperar esa relación, encontrando una serie de nos por respuesta, que dan origen a una seguidilla de consecuencias trágicas.

El principal problema de esta película es que su director parece no querer a los personajes, y confía en una genialidad autoimpuesta, en lugar de la tradición narrativa de la cultura occidental a la que pertenece tanto por haber nacido en Inglaterra como por contar una historia ambientada en Irlanda. Ya que, si bien hay algunos momentos felices, no alcanzan para que levante vuelo una trama que se estanca y se vuelve reiterativa generando aburrimiento en el espectador. Motivo por el cual es necesario recurrir tanto al deus ex machina como sustitución del clímax por un punto de giro para darle un cierre a una situación estirada hasta lo inverosímil.

Lo que no le quita mérito a la química existente entre su pareja protagónica, ambos nominados al Oscar, con uno de los mejores personajes de Colin Farrell, como este campesino simple cuya vida entra en crisis porque se altera su rutina. Contraparte de un Brendan Gleeson culto y con vocación artística, pero con un comportamiento autodestructivo arbitrario, del que no se nos muestran las causas, sino que terceros lo definen como una depresión.

En conclusión, Los espíritus de la isla es una película en la que no hay condena ni redención para sus personajes, porque no toman decisiones morales que se conviertan en acciones con una lógica que permita hacer avanzar la trama. Desperdiciando así tanto un plateo interesante, como su paisaje, que cumple la única función de embellecer las imágenes para darle más chances en esta temporada de premios.