Los dos papas

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Quince días antes de su estreno en Netflix, Los dos papas llega a los cines con múltiples elementos de interés para el público argentino: parte del rodaje se realizó en reconocibles locaciones locales, hay varios actores nacionales en el elenco como Juan Minujín, María Ucedo, Germán De Silva y Cristina Banegas, pero sobre todo tiene como eje la historia del cardenal Jorge Mario Bergoglio desde su juventud y hasta convertirse en el papa Francisco. Dirigida por el brasileño Fernando Meirelles ( Ciudad de Dios), Los dos papas se basa en una serie de intensas conversaciones que transcurren en 2012 entre el por entonces Benedicto XVI (Anthony Hopkins) y el cardenal Bergoglio (Jonathan Pryce).

Mientras el alemán Joseph Ratzinger se ve cada vez más afectado por los escándalos financieros y morales que lo rodean, el argentino tiene decidido presentarle su renuncia. Los sucesivos encuentros entre ambos (de miradas opuestas sobre el estado de las cosas en el mundo en general y en la Iglesia en particular) irán acercándolos incluso desde el disenso y permitiéndoles compartir sus dudas, culpas y traumas. En el caso de Benedicto, su mal manejo de los escándalos de abusos sexuales; en el de Bergoglio, su polémico accionar durante la última dictadura militar.

Más allá de que la "argentinidad" de Bergoglio se presenta con ciertos clichés (bailes de tango, fanatismo por el fútbol), los flashbacks que exponen el pasado del protagonista durante las décadas de 1950 (cuando abandona a último momento un casamiento pautado y se convierte definitivamente en un hombre de fe) y de 1970 (cuando se enfrenta a otros jesuitas por sus negociaciones con la Junta Militar con el objetivo de salvar unas cuantas vidas) lucen cuidados y bastante bien documentados (el guionista es Anthony McCarten, un experto en biopics tras La teoría del todo, Las horas más oscuras y Bohemian Rhapsody).

El principal problema es, sobre todo, de verosímil, ya que el look de Minujín poco tiene que ver con el de la versión joven de Bergoglio. Con dos notables actuaciones de Pryce y Hopkins, quienes exponen en toda su dimensión las contradicciones psicológicas, espirituales y morales de sus personajes, una notable reconstrucción en los estudios Cinecittà de la Capilla Sixtina, un impecable uso de los efectos visuales para exponer la dinámica interna y externa del Vaticano, un amplio despliegue musical (con connotaciones dramáticas) que va desde Abba hasta los Beatles, pasando por varias composiciones de Dino Saluzzi y unos cuantos logrados momentos de humor que matizan la solemnidad de la historia, Los dos papas surge como una atractiva película con mucho material para el debate artístico, político y religioso.