Los descendientes

Crítica de Luis María Fittipaldi - RosarioCine

Paraíso Hawaiano

A Matt King (George Clooney) las cosas no le han salido bien ultimamente, su esposa tuvo un accidente en el mar y está en coma, así que debe hacerse cargo de sus hijas sin saber mucho al respecto, una de 17 "toda-rebeldía" y una de 10 -que se las trae-, encima asoma el fantasma de la desconfianza con la posibilidad que su mujer estaba en plena infidelidad, y finalmente debe por su trabajo, vender unas tierras vírgenes hawaianas que han pertenecido por generaciones a su gran familia de primos y parientes.

El director Alexander Payne es un dignísimo buceador de los personajes naturalistas ante situaciones, y sino recordar ese jubilado de Jack Nicholson en "Las confesiones del Sr. Schmidt" (2002) que hallaba varias encrucijadas en su vida, y además todas al mismo tiempo, o los dos amigos de "Entre Copas" (2004) -quizás su mejor filme-, que debatían y escanciaban vinos en medio de ambiciones fallidas y su juventud marchita. En "Los Descendientes" vemos al protagonista replantearse su vida, y con un panorama ante él de desiciones significativas a tomar.

Con momentos de humor, y el telón de fondo de un espectacular Hawaii en destacada fotografía, con actuaciones de relevancia: Clooney va para el Oscar seguro, pero las dos que van de hijas son maravillosas actrices, suma el abuelo insoportable de Robert Foster y un reaparecido Beau Bridges como un primo, y finalmente un filme muy bueno, disfrutable, recomendable de ver. Payne aún sigue garpando, diría un amigo.