Los corroboradores

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Una de las peculiaridades de este filme tan particular es que fue presentado en el Festival de Mar del Plata hace unos dos años en el marco de la competencia “Work in progress” y más tarde, el proyecto terminado, se lanzó en el mismo Festival cumpliendo un proceso arduo pero exitoso para llegar a su versión final.

El relato es una singular mixtura de base tipo documental y estructura ficcional. La elección es más que acertada porque el argumento de por si contiene lo mítico, o sea lo ficcional, y lo real, es decir: aquello que que funciona como posible documento.

La historia de trata de una supuesta periodista/investigadora francesa, Suzanne, que es convocada por un tal Dressler, a quién no conoce más que por una serie de datos que este le hace llegar y giran en torno al mito ”Buenos Aires: La París del Plata”, aquella ciudad que a fines del 1800 se comenzó a construir como una copia de la “Ciudad luz”. La inquietud de Suzanne crece cada día más, en especial cuando aparecen pistas inquietantes que parecen confirmar la existencia una élite secreta de la más alta alcurnia porteña, que tenía planes de hacer de Buenos Aires un calco, en más de un sentido, de la idealizada Paris.

Aparecen en el filme tanto el personaje de Suzanne con el rostro siempre en sombras como escondiendo una identidad en peligro (una ficcionalización del estereotipo del documental policial), y también en el típico modelo de cabezas parlantes van pasando distintas figuras – historiadores, sociólogos,etc – que aportan datos acerca de la posible existencia de esta secta secreta, llamada “Los Corroboradores”.

La historia se abre y progresa dando mil detalles de esta secta extravagante y abriendo sospechas contundentes sobre esta suerte de obsesivos y poderosos plagiadores organizados, haciendo sonar nombres icónicos: Carlos Pellegrini, Miguel Cané, Marcelo Torcuato de Alvear, y otras figuras de esa talla.

El juego consiste en trabajar con la doble cara de esta moneda docu – ficcional, donde todo es posible y casi nada es comprobable. Pero la lógica detectivesca está llena de las pistas que deja en Buenos Aires Dressler, al que Suzanne nunca llegará a conocer.

Nunca se devela el rostro de este misterioso argentino, pero en cambio el final arriesga una hipótesis loca, sorpresiva y tremenda sobre el verdadero origen y la genuina meta de estos misteriosos sujetos que existían en el 1900, pero no sabemos si acaso aún siguen entre nosotros.

Por Victoria Leven
@victorialeven