Los corroboradores

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

La certeza de que la memoria se alimenta más de los mitos que de la historia, constituye el eje de este inteligente thriller que reflexiona sobre nuestra identidad como país.

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Sabemos que la Buenos Aires de comienzos del siglo pasado deseó siempre parecerse a París, de allí que se la llamase La París del Plata. Y si observamos a muchas de sus construcciones podemos reconocer como en espejo, sus casi perfectas semejanzas.

Los Corroboradores es por una parte el nombre de este falso documental. Y por otra, el nombre de una sociedad secreta, compuesta por un pequeño grupo de hombres, una élite con el poder necesario para manejar el destino de la Argentina.

Su director cuenta que la idea de realizar este trabajo se produjo durante una visita por la Feria de antigüedades de San Telmo, donde encontró una antigua postal de Buenos Aires con el sello del Busto de Jano. En ella, la ciudad, arquitectónicamente hablando, era otra. Y ese deseo de ser otro es una actitud que mantenemos a lo largo de la vida como nación. Bernardez se centra en este mito para construir un emocionante documental intervenido por la ficción. Para lograrlo lleva a cabo un extenso trabajo de campo – que le lleva 5 años) sobre el imaginario político, social y cultural de la generación del 80. En él descubre, literalmente, aquello que se encuentra frente a nuestros ojos, y que es gran parte de nuestra arquitectura del siglo IXX, y le da voz.

El film comienza con una periodista francesa, que habla sólo esa lengua,- que vendría a oficiar como una cita de autoridad- que llega a nuestro país enviada por un diario francés a encontrarse con un hombre llamado Martín Dressler. Este nunca aparece, no obstante le va dejando una serie de postales en su hotel, las cuales serán las pistas necesarias para realizar su investigación.

La mujer, que se hace llamar Suzanne se transforma en un detective, que oficia de otro modo, como parte de los entrevistados, aunque no muestra nunca su rostro. El resto de los personajes son especialistas en diferentes áreas: arquitectura, sociología, sicología, historia etc. Sus voces apuntalan el relato que va a derivarse en la conclusión, de que la prueba de copiar París en nuestra arquitectura iba mucho más allá. Porque todos los proyectos de ciudad, y las voces de sus políticos e intelectuales dan cuenta de un Plan fallido donde Buenos Aires pasaría a formar parte de la monarquía de Francia. Acontecimiento, que no sólo remite a copiar París en su arquitectura. Sino que era un Plan minuciosamente pensado por sólo 400 familias porteñas.

La estrategia narrativa que se despliega a lo largo del relato hace que el mito vaya una y otra vez hacia el encuentro de la re significación de los documentos de la realidad, lo que remite a dar cuenta de esa verdad encubierta, que esconde cada relación. Y que cosa es más cierta para un país que se ha pensado siempre como otro, que moverse en la delgada línea que separa la realidad de la ficción?

Inmejorable montaje donde se cruza la intervención de la ficción -limitada siempre por el trabajo con la verosimilitud -el material de archivo y el trabajo de campo, los cuales hacen de Los Corroboradores, uno de los mejores films del último año.

Para no dejar de ver.