Los caminos de Cuba

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

A partir de un viaje realizado en Octubre de 2016, a casi 60 años de la Revolución, Luciano Nacci se adentra en territorio cubano a la búsqueda de las pequeñas historias de sus habitantes, que irá acompañando con su propia voz en off –que utiliza más que discretamente, en los momentos oportunos y necesarios- y le irá dando relevancia a cada uno de los testimonios que van surgiendo a medida que avanza en el recorrido, los que van armando ese rompecabezas, ese caleidoscopio de la vida de la isla que no solamente hablará del aquí y ahora, sino que se involucrará con un mirada al pasado que nadie parece dejar atrás porque forma parte justamente de su esencia, pasando por la revolución y por lo que otras voces, más disidentes, llamarán dictadura.

El formato que encara Nacci tiene un sesgo predominantemente didáctico y si bien no lo hace exclusivamente con un espíritu enciclopedista y pedagógico, visita en forma prolija cada uno de los ítems que se deben recorrerse para sentir que se han abarcado todas sus aristas, sin abandonar demasiado las estructuras propias de un libro de texto, lo que de todos modos utilizado eficazmente –como en este caso- es lo que hace que el documental logre su objetivo.

Así se detiene tanto en la ciudad como en el campo, en su música, en la cultura, en el sentido que tiene para cada uno de ellos la revolución, escuchamos con orgullo hablar del sistema de salud y de los progresos que se han dado a nivel social y todo se fusiona con el ritmo propio de esa geografía, con una alegría a flor de piel que tienen todos los entrevistados y que tiñe de una sensación de júbilo a todo el documental.

Testimonios unidos por la Historia, por un marcado sentido del territorio y de la pertenencia, el fuerte lazo que sienten con el significado más profundo de la Patria: venerar el suelo donde uno ha nacido, dar lugar a la emoción y al sentimiento. También sueñan con viajar y con conocer otros lugares, pero siempre con la idea de volver al origen, sin despegarse por completo de ese territorio tan querido –como también lo vemos en el testimonio de un entrenador de béisbol con una profunda lealtad a su patria-.

Al final del recorrido, en ese avión que devuelve a Nacci a Buenos Aires, sentimos que nos hemos adentrado un poco más en la magia, en el sabor, en la rítmica música de Cuba –expresiones tangencialmente atravesadas por tensiones políticas e ideológicas que también tienen su espacio dentro de este trabajo-, un lugar diferente a todo, que por momentos parece detenido en el tiempo pero al que irremediablemente, uno se promete volver para reencontrarse con toda esa frescura, esa bonhomía en su gente, que tan bien se retrata en los testimonios de cada una de las voces que dan vida a “LOS CAMINOS DE CUBA”.