Los Caballeros del Zodiaco: La leyenda del Santuario

Crítica de José Heinz - La Voz del Interior

Los Caballeros del Zodiaco: la leyenda del Santuario recrea y aggiorna un momento clásico del manga de Masami Kurumada.

El desafío principal de Los Caballeros del Zodiaco: la leyenda del Santuario es claro desde el comienzo: debe satisfacer a los fanáticos de la saga y a la vez entretener a un público muy joven que no está familiarizado con caballeros de bronce, signos zodiacales y poderes místicos que surgen a partir de sentimientos nobles.

Para lograr el objetivo, la compañía Toei Animation, aunque japonesa, decidió “occidentalizar” un poco la historia. Esto es: reducir el argumento de uno de los momentos más recordados del manga y el posterior animé para que funcione en la lógica de una película taquillera. Y le otorgó efectos tridimensionales para que las batallas (y los poderes, los colores, las hermosas arquitecturas) fueran más espectaculares, con efectos de slow motion y travellings que recuerdan los más logrados videojuegos de pelea.

Liderados por Seiya, los Caballeros son un grupo de amigos que desde niños fueron entrenados para defender a la joven Saori Kido, reencarnación de Atena, la diosa griega. En el filme, deben acompañarla al Santuario para demostrar que Kido es aquella divinidad y no una impostora, como asegura Saga, el líder de aquel lugar, un personaje oscuro que en el fondo representa a un villano clásico, corrompido por el poder y la ambición.

Mientras Saori agoniza a raíz de una herida, Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun e Ikki, Caballeros de Bronce, deben atravesar las 12 casas del Santuario, cada una perteneciente a un signo del Zodiaco y protegida por un Caballero Dorado.

Es probable que varios seguidores de la primera hora protesten por algunas simplificaciones en el argumento, aunque el propio Masami Kurumada, creador del manga, haya sido el productor ejecutivo de la película, y los doblajes al español estén a cargo de las mismas voces del dibujo animado que pudo verse en la televisión argentina de la década de 1990.

Sin embargo, la trama de fondo se respeta. Incluso cuando el enemigo a vencer es más poderoso, el valor de dejar la vida por las convicciones supera todos los obstáculos y agiganta la fuerza. Cuando Seiya pronuncia “Voy a elevar mi cosmos, lo elevaré al máximo” puede sonar cursi, pero también emocionará a un puñado de nostálgicos.