Los Caballeros del Zodiaco: La leyenda del Santuario

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Un clásico del animé

En la avant première de Los Caballeros del Zodíaco - Leyenda del santuario, el mayor aplauso fue, en los créditos iniciales, para el autor del manga original -y aquí productor ejecutivo- Masami Kurumada. Es decir, para quien creó, ideó e imaginó a Los Caballeros del Zodíaco (Seinto Seiya o Saint Seiya). Es extraño, singular, incluso admirable el gesto: no se trata de un actor estrella de Hollywood, es el autor. El manga, y sobre todo la adaptación animé de estos personajes, creó legiones de seguidores en muchos países. Y aquí también.

Esta nueva película plantea, en términos estéticos, una combinación del estilo de los episodios televisivos y las películas anteriores con algo así como un refreshing visual digital. El riesgo de embarullar la imagen gracias a las mayores posibilidades de velocidad de agregar capas y capas de animación y de exacerbar el detalle estaba al acecho, pero no ocurre: hay tal vez menos colorido -o los colores son "menos infantiles"-, pero la imagen se mantiene clara y límpida, y las peleas siguen apelando al gigantismo del gesto y de la frase -cosmos, claro, pero también la obsesión por el poder grande, absoluto- mediante planos compuestos con pocos elementos. De esta forma las peleas conservan su atractivo, su movimiento simple y sus repercusiones visuales (la rotura de pisos, paredes, escaleras) y sonoras.

El argumento de esta película incluye la puesta en duda de la reencarnación de una diosa, caballeros jóvenes de bronce, caballeros dorados guardianes de cada casa zodiacal, traiciones, engaños, valores frecuentemente mentados como lealtad, valentía, etc. Y se nos ofrece una habitual mezcla de diversas mitologías -con fondo de cocción griego- en un paquete cósmico, temporal, atemporal y arquitectónico (en el santuario podemos apreciar algo así como un Coliseo romano más torres dignas de Notre Dame, entre muchas otras cosas). El riesgo principal de mucho animé basado en personajes ya conocidos es que dejen afuera y con la ñata contra el vidrio -por la complejidad del asunto, las traiciones y los reenvíos de la trama- a quien no esté familiarizado: en esta película afortunadamente hay bastante claridad, que comienza a averiarse, y después de la visita a la casa de Tauro (entre otros derrapes hay un salto -que después se explica-, pero así y todo deja la sensación de un error). Y sí, la pelea final se agiganta hasta un punto endemoniado, cósmico, galáctico y un poco tedioso. Cosas de obsesionarse con lo absoluto del poder.