Los Caballeros del Zodiaco: La leyenda del Santuario

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Un festín para fans del animé

Es curioso, pero a diferencia de otros dibujos animados más o menos clásicos, o al menos surgidos en tiempos analógicos, a "Los Caballeros del Zodíaco" les sienta especialmente bien la tecnología digital. Un detalle de esta excelente adaptación a la era de la animación computarizada es el hecho de que en un contexto tan delirante, para no decir totalmente demente como el creado por el legendario Masami Kurumada, hay muchos primeros planos que captan las expresiones de los protagonistas de un modo casi naturalista, y lo mismo se aplica a objetos tan extraños como las pequeñas placas que identifican a cada uno de los Caballeros, que al ser mostradas en detalle parecen reales y no un simple dibujo.

Quizá la intención de darle una estética hiperrealista a estos nuevos Caballeros del Zodíaco tenga que ver con que, tal como explica el prólogo visualmente explosivo, la trama transcurre en nuestros tiempos, años después de la clásica "guerra santa" que ocupó a estos guerreros místicos durante casi toda su historia.

Ahora hay una bebita recién nacida encontrada de manera surrealista en unas ruinas del Himalaya por un explorador, que recibe el mensaje del Más Allá de que debe cuidarla, ya que es la reencarnación de la diosa Athenas, y también que debe prepararse para cuando ella cumpla 16 años, ya que aparecerán muchos asesinos todopoderosos para asesinarla, pero por suerte también sus defensores, obviamente los Caballeros del título.

Así que 16 años después, la adolescente, luciendo el típico y tan atractivo uniforme de colegiala japonesa, empieza a recibir los ataques cósmicos en una alucinante escena ambientada en una autopista sobre un puente colgante. A partir de ahí la película no para nunca, con escenas más y más increíbles, dado que para demostrar que es la auténtica reencarnación de la diosa, sus Caballeros deben llevarla al mítico Santuario donde reinan los Caballeros Dorados. Para llegar hasta ahí hay que pasar por doce puertas, cada una protegida por un todopoderoso Caballero Dorado, que responde a cada uno de los signos del zodíaco.

Si bien argumentalmente la sucesión de puertas zodiacales puede resultar un tanto repetitiva, lo cierto es que da lugar a momentos antológicos, como el número musical donde el sardónico Caballero de Cáncer tiene las paredes tapizadas con todas sus víctimas, y las hace cantar como una especie de coro mortuorio.

Los fans de los personajes ya conocen y disfrutan de estos toques humorísticos propios del animé. Lo que puede asombrar es el imaginativo arsenal de recursos visuales de esta nueva versión, empezando por el uso superoriginal de la cámara lenta y el cuadro congelado absolutamente inusual en el cine animado.

Este tipo de cosas, más la amplia paleta de colores del film se disfrutan especialmente en la pantalla grande, por lo que la experiencia es un placer que sin duda los fans del animé agradecerán como nunca.