Mike y Dave. Los busca novias

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Rumbo a Hawaii

Esta comedia que dice ser sobre dos hermanos inmaduros y desaforados comienza con el enésimo montaje de fiestas de la comedia hollywoodense reciente. El "fiestismo" como narrativa abusada y como montaje prefabricado es a estas alturas una estandarización, un lugar común, que se puede plasmar con más o menos gracia pero que parte de imágenes gastadas, casi transparentes. Sin embargo, luego de esa secuencia de apertura esta ópera prima cinematográfica del director televisivo Szymanski procede a desarmar con astucia la lógica de la fiesta. Con forma de cine, esa de ir más allá de la superficie, aunque sea mediante imágenes "de Internet" que vemos lo que quedó afuera del montaje fiestero.

Mike y Dave: los busca novias apuesta al humor basado en referencias sexuales, drogas y piruetas descerebradas diversas, y oscila constantemente entre la euforia y los riesgos constantes de fracaso, tanto en sus temas como en sus formas. Los dos hermanos, por imposición y hartazgo familiar, están obligados a llevar dos chicas "presentables" a la boda de su hermana en Hawaii. Por supuesto, las chicas que van son dignas oponentes. El fantasma de Los rompebodas está, y se intenta conjurar con una mención clara. Pero si esa película con Owen Wilson y Vince Vaughn tenía una estructura más parecida a lo que supimos conocer como comedia cinematográfica (aún con la renovación acaecida en los noventa), aquí la narrativa es más laxa y notoriamente despareja, y no parece importarle demasiado diluir chispazos de genialidad en timing con frenos -el clásico de no desnudar al cuarteto protagonista- o con música redundante.

Los chistes que funcionan no se ven venir, no se adivinan: provienen de alguna salvajada bien planteada, algún hallazgo situacional, algún gesto que se desmadra, alguna deformidad actoral que encaja por osadía gestual. Y los que no funcionan se diluyen en una liviandad que a veces se ve traicionada por algún sentimentalismo que acecha pero que, como todo aquí, es de tranco corto y fantochesco.

El cuarteto protagonista integrado por Aubrey Plaza, Anna Kendrick, Zac Efron y Adam Devine juega a una actuación nada sólida, pero esto no se señala como un error: sus personajes no tienen ninguna posibilidad de ostentar personalidades memorables. El film se anima a proponer seres de ficción apenas por encima -o incluso por debajo- de una línea de flotación intelectual media: los personajes no responden nunca de manera brillante. De hecho, suelen dialogar de manera bastante idiota.

Estas criaturas ficcionales están en un nivel de realidad más palpable que -por ejemplo- los personajes de Anchorman, ejemplo de humor sublime a partir de la idiotez, pero con lunáticos artificiales. Hay algo, quizás, de verdad generacional con estos jóvenes que no saben ni siquiera cómo ser snobs a pesar de tener grandes oportunidades para serlo. Y hay algo de mentira en el título de esta comedia con averías pero singular: los protagonistas no son los hombres. La fuerza, la decisión, el motor, son las mujeres. Y también son ellas las que profieren los mejores diálogos sexuales.