Los Boxtrolls

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Hace rato que Laika es uno de los estudios de animación más relevantes del mundo, y con Los Boxtrolls no sólo felizmente confirman lo enunciado, sino que además, a modo de agradecimiento a su público (infantil, a veces, pero de numerosos adultos fanáticos de la técnica stop motion también) al concluir la historia se despachan con un divertido “detrás de escena” que recuerda la enorme labor que supone dar vida a estos personajes.

El esfuerzo es descomunal, es cierto, pero también lo es el resultado: este tipo de animación tan atípica para los tiempos que corren, donde resulta más práctico utilizar las ventajas del diseño tridimensional, no es sólo una declaración de amor a otras épocas animadas, sino una decisión artística que, cuando no es caprichosa, es capaz de brillar por sobre todas las demás de su mismo género. Coraline, también de este estudio, es uno de los mejores ejemplos de ello, y en menor medida también lo fue Paranorman, aunque es Los Boxtrolls realmente la mejor muestra del amor que los realizadores sienten por esta técnica.

Con una estética cuidada y misteriosa, a esta altura ya marca registrada de la productora, los directores Graham Annable y Anthony Stacchi cuentan las aventuras de unos monstruos inofensivos que viven en las alcantarillas de una ciudad llamada Cheesebridge, que se ocultan de los humanos por el temor que sin intención ellos contagian. Entre estos curiosos personajes resalta uno en particular que, pese a que también vive dentro de una caja, no se parece demasiado a los demás: es Huevo, un niño-humano con algún que otro problema de identidad sin resolver.

Ante la inminente exterminación de toda su raza, los monstruos se ven obligados a organizarse y hacerle comprender al mundo que no son lo que sus leyendas indican. Es aquí donde comienza una divertida lucha que no comprende únicamente el clásico “bondad vs maldad” sino más bien la problemática moderna, “apertura mental vs prejuicio”.

Puede que Los Boxtrolls no sea la mejor película de este tipo (las obras de Henry Sellick, director de la ya mencionada Coraline y Pesadilla Antes de Navidad permanecen en ese podio) pero sin duda una de las más cálidas y visualmente hermosas de los últimos tiempos, y eso ya es de por sí decir mucho