Los años más bellos de una vida

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

ANTOJOS DE LA TERCERA EDAD

De manera un tanto antojadiza, Claude Lelouch decidió hacer de su icónica película de 1966, Un hombre y una mujer, una trilogía. Y si la secuela, Un hombre y una mujer: 2ª parte, había llegado veinte años después, para la tercera entrega se tomó otros 33 años: Los años más bellos de una vida, estrenada en Francia en 2019 y por estas tierras recién ahora, es un reencuentro con sus personajes pero, aún más, con sus protagonistas, ya que los límites entre ficción y realidad parecen borroneados y la película resulta la excusa perfecta para su reunió con Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée. De esa sustancia, la de los códigos compartidos y la complicidad, se nutre cada uno de los diálogos que componen estas series de encuentros entre los amantes Jean-Louis y Anne.

La película es toda una gran excusa, que comienza con su leve premisa: Jean-Louis está internado en un geriátrico y acusando los golpes de un Alzheimer incipiente. Por esto es que su hijo decide ir a buscar a Anne, la mujer que el anciano amó cinco décadas atrás y que parecer ser lo único que recuerda de forma más o menos vivida. Esa levedad se agradece, puesto que aleja a Lelouch de ciertos devanes con un cine trascendente que lo supo convertir en uno de esos realizadores franceses adocenados. Los años más bellos de una vida es por tanto un film pequeño, pensado casi exclusivamente desde el plano-contraplano para captar las emociones y los gestos de Trintignant y Aimée. En cierta medida, dada su baja intensidad dramática, exige una conexión con los personajes y con la historia para poder surfearla sin complicaciones. De lo contrario, la de Lelouch es una película sin ripios, demasiado plana, hasta narrada con algo de torpeza y descuido.

Si Lelouch necesita intercalar escenas de las películas anteriores como para darle un poco de contexto a su film (y lo hace manera un poco perezosa), posiblemente la idea formal más interesante es la de incluir imágenes de C’était un rendez-vous, un vertiginoso cortometraje que el director filmó en 1976, que no tiene nada que ver con esta historia, pero que se imbrica de manera totalmente fluida. Si en determinado momento Los años más bellos de una vida peca de poco profunda, incluso de caer en algunos lugares comunes que caen las historias de amor geriátricas, los protagonistas tienen tanto oficio que son capaces de hacer interesante hasta el más mínimo diálogo. Claramente Lelouch es conciente de eso y nos invita a pensar su película como el antojo de un artista que está de vuelta de la vida se quiere dar algún gusto personal. Desde ese objetivo básico, funciona perfectamente.