Los amores de Charlotte

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Una chiquilina tiene su primer desengaño sexo-amoroso pero lo supera rápidamente cuando empieza a voltear muñecos en una juguetería. Es decir, entra a trabajar en una empresa de juguetes con buena provisión de empleados jóvenes, lindos, heteros y bien dispuestos, y se dedica a pasarlo bomba con uno atrás de otro. Hasta que un día sus compañeros de trabajo, y en especial sus demás compañeras, le dicen en la cara lo que piensan de ella. Entonces da un giro copernicano y pasa a liderar una campaña por la abstinencia, con colecta incluida. Pero al mismo tiempo histeriquea con el único que todavía no pudo llevarse a la cama. Se anticipa un final feliz.

Película quebequense bastante simpática, que deja picando algunas cositas sobre adolescencia, hormonas, sentimientos, prejuicios y encasillamientos, su título original puede ser traducido como “Charlotte se divierte”. En EE.UU. se conoció como “Slut in a good way”, en España “Guarra en el buen sentido”, y en Francia, donde son más considerados, “Charlotte a 17 ans”. Se supone que a los 18 sentará cabeza. Autora, Sophie Lorain, exitosa actriz (acá la vimos en “Las invasiones bárbaras”), directora y productora de cine y TV canadiense. Su anterior película fue “Les grandes chaleurs”, sobre una madre de familia que acaba de enviudar y se engancha con un pibe de 19 años. Guión, Catherine Leger. Intérpretes, Margueritte Bouchard, que viene de la televisión infantil, Romane Denis (la amiga izquierdosa y ridícula) y Rose Adam (la amiga alta, tímida y romántica, personaje poco aprovechado).