Los agentes del destino

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

David Norris, un carismático congresista destinado a ser toda una eminencia dentro de la política nacional, conoce a una hermosa mujer llamada Elise, para la cual siente estar destinado, sin embargo descubrirá que hay fuerzas superiores que intentan mantenerles separados.

La ciencia ficción debe mucho al escritor Phillip K. Dick, cuyas novelas y cuentos influenciaron al género a lo largo de décadas. El cine no fue ajeno a su prolífica obra, de la que derivaron películas importantes como Blade Runner, Total Recall, Minority Report o A Scanner Darkly así como también realizaciones bastante menores como Next. El guionista George Nolfi, detrás de The Bourne Ultimatum entre otras, debuta como director llevando a la gran pantalla Adjustment Team, uno de los cuentos cortos que este referente concibió en 1954. Más allá de los antecedentes del director, esta historia atrapante, original y bien llevada en la complejidad como en la sencillez, se ve convertida en una película romántica que más de una vez cae en la obviedad.

Recuerdo estar viéndola pensando en lo ridículo de ciertos aspectos de la trama y no entender cómo es que este famoso escritor fuera tan inocente a la hora de escribir este cuento. Unos días más tarde pude leer este breve relato de unas pocas páginas y comprender que en realidad, todos los agregados perezosos que molestan en el filme, corresponden exclusivamente a George Nolfi. Él es el causante de que el guión parezca que se va escribiendo sobre la marcha, quien decide por ejemplo, que para caminar libremente por otra dimensión hace falta un sombrero o que el agua sea lo que impida a los agentes escuchar conversaciones. Él es sobre todas las cosas quien convierte la crisis mental de un hombre que se encuentra con algo que no debería haber visto en una película romántica con buenas interpretaciones pero cargada de clichés. Para ser justo con George Nolfi, él es quien logra llevar adelante un thriller de acción con ciertas dosis de emoción sin disparar una sola pistola o quien pinta un retrato de una New York hermosa, como el descubrir de un mundo nuevo con cada picaporte que se gira.