Los agentes del destino

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

No puedes dejarte el sombrero puesto

La opera prima de George Nolfi (quien fuera guionista de "Bourne: el ultimátum" y la segunda entrega de "Ocean's Twelve") juega al mundo de los universos paralelos muy al estilo de "Matrix" y aprovechando tangencialmente el éxito de "El Origen" que ya instaura un subgénero dentro del mundo de la ciencia ficción.

Partiendo demasiado libremente de un cuento de Philip K. Dick (de quien en algún otro momento con otra adaptación de su obra se lograra la brillante "Blade Runner") llamado "Adjustement Team" la historia juega a develar la gran pregunta ¿Controlamos nuestro destino o existen fuerzas invisibles lo manipulan?, pregunta que más de una vez uno se habrá formulado en su propia cabeza.

David Norris (Matt Damon) es un político con una promisoria carrera y está atravesando un momento exitoso en el que todas las encuestas lo marcan como un imbatible favorito. Y a pesar de todo lamentablemente pierde su banca en el senado.
Pero la misma noche en que pronunciará su discurso, se cruza en un baño con Elise (Emily Blunt) una bailarina de danza contemporánea de la que cae perdidamente enamorado y justamente, por un "error" del destino, sus caminos se volverán a cruzar.

Será precisamente después de este segundo encuentro, cuando un ejército de señores vestidos de negro y que portan un misterioso sombrero que abre puertas que ofician de túneles de comunicación y vías de viaje rápido de un punto a otro, le informen que su destino está escrito y que nada hará que se aleje de lo que figura ya programado en unos cuadernos que los miembros de este misterioso grupo llevan consigo.

Hay algo que impide que Elise y David vuelvan a encontrarse. Pero puesto en la disyuntiva de su carrera política o el amor, David sigue eligiendo transgredir las reglas y hacer lo imposible por torcer el destino y volver a encontrarse nuevamente con la que él siente que es la mujer de su vida.

Si bien al inicio la historia se mueve dentro del mundo de la política, es una mera excusa. Es sólo el entorno elegido para el comienzo del cuento, que luego se diluye y queda sólo la clásica historia de un amor contrariado, casi imposible, por el que David luchará contra todos los pronósticos.

La idea de los mundos paralelos, del destino escrito o bien de la posiblidad de torcerlo, no deja de ser una historia interesante que además, condimentada con el sabor de la búsqueda del amor verdadero y puro, genera una química interesante.
Pero en lo que desacierta esta liviana adptación del cuento de Dick es en la forma que elige contarnos la parte fantástica de la historia: hay sobreabundantes parlamentos llenos de explicaciones subrayadas para que hasta el más desatento espectador no pierda el hilo argumental de lo que está pasando en la pantalla. Y cuando abundan las palabras, falta buen cine.

Semejante parafernalia de ideas de universos paralelos y destinos marcados, se contraarresta con la simpleza de una historia de amor que no cuenta nada en particular. Ni el encuentro de David y Elise generará el fin del mundo ni ninguna catástrofe particular, ni definirá la vida del planeta, es sencillamente una historia de amor que torcerá el curso de lo que está escrito (y que tampoco queda clara la razón por la que está escrito).

Ambiciosa en la puesta y con una química aceptable entre la pareja protagónica Damon-Blunt (aunque hay que reconocer que con la trilogía de Bourne, Matt Damon parece mucho más entrenado para este tipo de papeles que Blunt que parece medio "perdida" en las escenas vinculadas con la acción y las persecusiones) , la historia termina siendo demasiado débil en el fondo, para una estructura tan compleja que fuera presentada en la forma.

Muchos otros directores han sabido hablar de las vueltas del destino para encontrar el amor de tu vida, sin necesidad de interpelar a ejércitos de hombres de negro que abren puertas a canales paralelos, ni urdir entramadas explicaciones para sencillamente contar que uno puede torcer el destino por amor, si es que se lo propone.
Un cuento demasiado fantástico en la superficie para deconstruir una historia tan rosa en el fondo.