Los agentes del destino

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

En Adjustment Team (1954), Phillip K. Dick se despachaba con una historia acerca de un ejército de individuos que monitoreaban la conducta de todas las personas, verificando que cumplieran con un plan del destino trazado por una inteligencia superior. En dicho cuento uno de dichos agentes descubría que un perro había ladrado un minuto más tarde de lo previsto, razón por la cual se producía un descalabro en el orden de todo el universo - como p.ej. que la URSS y EE UU suprimían la Guerra Fría y llegaban a un acuerdo de paz -. El individuo se veía obligado a intervenir pero un ser humano - el vecino a la casa donde estaba el perro - presenciaba por casualidad toda la operación, razón por la cual era interceptado y le advertían que no dijera nada, caso contrario produciría una sucesión de cambios mayores en el destino de toda la humanidad.

Más de 50 años después la premisa del cuento es utilizada por George Nolfi - guionista de La Gran Estafa y El Ultimatum de Bourne - para despacharse con una historia romántica con ribetes metafísicos. Es obvio que el relato ha sido expandido a proporciones gigantescas para que quepa en una hora y media de duración, y ciertamente queda muy poco de su esencia. Acá Matt Damon y Emily Blunt se conocen, hacen click, y luego el buró del ajuste (como reza el título original) se la pasa impidiendo que la parejita se junte, lo que nos da una hora y media de persecuciones. Pero el resultado final es algo tibio.

El problema con Los Agentes del Destino son los tipos del título. Es un gigantesco Deus Ex Machina que el guión nunca termina por desarrollar. Los protagonistas no preguntan demasiado por la naturaleza de esta gente - si eran personas (tienen nombres terrenales) o si son ángeles - ni por los mecanismos que utilizan - por qué usan sombreros; por qué tan importante es cumplir con el plan, y si el destino no encontrará rumbos alternativos; cómo funciona el mecanismo de las puertas, donde abren una y aparecen en la otra punta del planeta, etc -. Incluso en el climax, en donde podría revelarse algo más sobre la naturaleza de esta gente, el libreto decide echarse atrás a último momento. Todo esto termina por convertirse en una agradable comedia romántica que posee una excusa excéntrica y pasada de rosca como la complicación de turno que deben padecer los amantes antes de reunirse definitivamente.
Lo mejor que tiene Los Agentes del Destino es la dupla central de Damon y Blunt, que poseen una química fabulosa y actúan de manera excepcional. Es una perfomance relajada y completamente natural. Pero el elemento fantástico de turno - el ejército de individuos que realizan correcciones al destino - está a medio cocinar. Si son ángeles, sería el primer caso en donde actúan contra su naturaleza para impedir la concreción del verdadero amor entre dos personas; si son entidades sobrenaturales inteligentes, deberían saber que el futuro encuentra vías alternativas para cumplir el destino real de las personas. Ni siquiera esto sirve como un caso de laboratorio, confrontando la teoría del determinismo versus el caos y la casualidad. Con todo lo que sabe (y puede anticipar) esta gente, ¿no pueden preveer que Matt Damon va a salirse con la suya?.

Los Agentes del Destino es una película ok. Podría haber sido superior si se hubiera decidido a elaborar y expandir la premisa, y no a dejarla como la excusa de turno que atenta contra el romance de los protagonistas. Porque, así como está, sólo han reemplazado al obstáculo tradicional de los filmes románticos (alguna suegra o ex-novia envidiosa del galán de turno) por un ejército de entidades sobrenaturales salidos de la nada y carentes de todo misterio.