Los 33

Crítica de Juan Ignacio Novak - El Litoral

Cadenas de roca

El cine en general, y el comercial en particular, sabe muy bien cómo nutrirse de buenas historias. Un productor dotado de mínima perspicacia, es consciente de los elementos que debe contener aquello que se piensa contar si se quiere atraer al público. Pero no es menos cierto que una historia interesante no es garantía de una buena película. Es lo que ocurre con “Los 33”, que dramatiza los hechos ocurridos entre agosto y octubre de 2010 en un apartado punto de la geografía chilena, donde un grupo de mineros logró el milagro: sobrevivir casi 70 días en las profundidades tras un accidente.

El suceso es conocido: a principios de agosto de ese año, la cuadrilla quedó atrapada debido a un derrumbe, a unos 700 metros bajo tierra en la mina San José, en Copiapó. Sus integrantes debieron sobrevivir en un refugio precario, con una reducida partida de víveres y un calor agobiante, durante más de dos semanas hasta que las autoridades lograron hallarlos con vida. Y esperar casi dos meses más, en condiciones adversas, hasta que al promediar octubre pudieron llevarlos de nuevo a la superficie. Millones de personas en el mundo siguieron casi al unísono la evolución de los hechos y el rescate se convirtió en una especie de cruzada para el pueblo chileno.

Actores sin brillo

El reparto internacional elegido para llevar a la pantalla estos acontecimientos contiene nombres famosos, pero su presencia no alcanza a dar gravitación a un producto que se queda a mitad de camino en casi todo. Antonio Banderas es el actor seleccionado para interpretar a Mario Sepúlveda, carismático líder del grupo, que impuso la disciplina para organizar la estrategia de sobrevivencia. De probado talento y ductilidad bajo la conducción de directores como Pedro Almodóvar, Fernando Trueba o Robert Rodríguez, aquí sobreactúa y no otorga al personaje la hondura que reclama. El drama íntimo de ese caudillo involuntario, ungido por sus compañeros pero sin buscarlo, obligado a soportar sobre sus hombros una gran responsabilidad, no está reflejado en toda su dimensión por el actor de “La piel que habito” y “Átame!”. Algo parecido ocurre con Juliette Binoche, que protagoniza a una improbable vendedora de empanadas, hermana de uno de los hombres atrapados, y con Rodrigo Santoro (Jerjes en la recordada traslación al cine del cómic “300”, en 2007) quien encarna sin mucha convicción al idealista ministro de Minería de Chile, Laurence Golborne, que asume como personal el desafío de salvar a los 33. Gabriel Byrne en la piel de un curtido experto en excavaciones y Bob Gunton en una solvente recreación del presidente Sebastián Piñera, completan un elenco irregular.

Hay que destacar que el guión tampoco les sirve de mucha ayuda a los actores: los diálogos por momentos se tornan poco plausibles y forzados. Ejemplos: los mineros, en la instancia crucial de su drama, al adquirir la certeza de que están atrapados sin salida, articulan frases como: “He aquí el corazón de la montaña”. O el ministro Golborne asegura, pomposo, que “lo imposible sólo lleva más tiempo” cuando enfrenta los primeros reveses en el proceso de excavación que trata de llegar hasta el refugio. Es evidente también que la necesidad de mantener abiertas muchas líneas argumentales (algunas supérfluas) conspira con el ritmo de la narración, que por momentos se ralentiza.

Paradoja

En los apartados técnicos, “Los 33” no es un mal producto. Hay esmero en los detalles, los efectos visuales están logrados, la reconstrucción de los escenarios es prolija, creíble.Y la caracterización de los actores, minuciosa. Pero nada de esto aparece genuino. La sensación es que los realizadores, todos ellos buenos artesanos, se limitan a cumplir con la mera crónica de los hechos, sin lograr reflejar la huella honda que la hazaña vital de “los 33” dejó en la población. Aunque dedica una parte (pequeña, pero muy significativa) de su metraje a invocar a la clásica canción popular “Gracias a la vida” de Violeta Parra, la paradoja central del film es que narra una historia sobre la supervivencia que carece de vida.