London river

Crítica de Francisco Nieto - CineFreaks

Angustias compartidas

Un par de soberbias y humildes interpretaciones dan su razón de ser a London River. Tanto Brenda Blethyn como Sotigui Kouyaté (fallecido tras el rodaje y reconocido con el Oso de plata al mejor actor en el Festival de Berlín 2009 ) bordan sus respectivos roles de padres afligidos que esperan con inquietud y desasosiego alguna noticia de sus hijos desaparecidos después de los atentados terroristas del metro de Londres de 2005.

La trama se centra en la relación conmovedora y muy realista entre los dos protagonistas, provinientes de mundos y culturas distintas. Quien espere ver un docudrama politizado a lo Paul Greengrass o un relato costumbrista a lo Mike Leigh se llevará una decepción. El director francés Rachid Bouchareb, nacido en París y de familia argelina, envuelve la película en un manto de aprensión, donde los silencios fantasmales y las miradas perdidas sustituyen en muchos instantes a los diálogos. El film transcurre de manera parsimoniosa y no extiende su historia a tramas paralelas.

Dos personas solitarias que encuentran efímero consuelo y que afrontan, incrédulas, el trágico golpe de realidad al que se ven abocadas. La tensa espera de noticias; la posibilidad de que todo haya sido un malentendido que se resuelva de forma satisfactoria; la incomprensión y el temor a lo peor sobrevuelan cada fotograma. De la protagonista de Secretos y mentiras ya conocíamos su maestría a la hora de afrontar personajes dramáticos, pero el verdadero descubrimiento es Kouyaté. Es difícil imaginar esta película sin su desgarbado y estoico personaje. La paz y quietud que transmite en cada escena funcionan como contrapunto ideal del talante nervioso e inquieto de su alter ego en pantalla, quien tiene la oportunidad de explorar un caràcter plausible desde adentro hacia afuera.

Quizás el conjunto resulte un tanto moroso y el espectador salga del cine con cierta sensación de que lo que se nos cuenta es demasiado simple, pero también es cierto que en ocasiones tener la capacidad de sintetizar el humanismo en imágenes no es una trea sencilla. Y aquí el director cumple su cometido con creces haciendo creíble toda la estructura sin caer en el sentimentalismo y sin perder el tiempo en escenas que no son realmente necesarias.

En cierto modo se dan aquí algunas de las constantes del cine de Bouchareb: la necesidad de conocer la relaidad de las cosas por muy cruda que sea, la compasión, el amor de los padres para con sus hijos...todo siempre dentro de un marco histórico reconocible. Desde luego estamos ante una obra cuyo estreno estival choca de frente con todo el aluvión de taquillazos americanos que inundan nuestros cines (Depredadores, Aprendiz de brujo o Encuentro explosivo aparte).

Aquí interesan sobretodo los efectos que pueden tener los eventos catastróficos en el comportamiento de las personas y las consecuencias posibles que pueden dificultar las relaciones multiculturales. Todo explicado desde la calma y con la ausencia total de estridencias, lo que permite el espacio idóneo para la expansión emocional de los protagonistas principales.

En definitiva, un pedacito de buen cine que agradará sobremanera a los degustadores de historias sencillas pero explicadas de forma inteligente y veraz.