Logan

Crítica de Leonardo González - Río Negro

“Logan”: un final digno para Wolverine

Es el 2029. Ya no existen mutantes, o al menos están a punto de extinguirse, ya que en los últimos años no se ha registrado ningún nacimiento de algún bebé con el gen diferencial. Un solitario y desesperanzado Logan (Hugh Jackman) está viendo pasar sus días bajo los influjos del alcohol en un escondite que se encuentra en un tramo remoto de la frontera mexicana, ganando unos cuantos dólares como chofer por encargo.

Su objetivo, o lo que intenta hacer, es juntar la cantidad necesaria de dinero para comprar un bote y escapar de ese horrendo lugar en el que se encuentra junto a sus compañeros de exilio: el marginado Caliban (Stephen Merchant) y un enfermizo Charles Xavier (Patrick Stewart), cuya singular mente está deteriorara y se ve plagada con convulsiones cada vez peores que pueden hacer que destruya todo lo que está a su alrededor. Pero los intentos de Logan por esconderse del mundo y ocultar su legado se ven interrumpidos de manera abrupta cuando una mujer misteriosa aparece con una petición urgente: que Logan guíe a una niña extraordinaria hasta su seguridad.

Primero se resiste, pero cuando le ofrecen una gran cantidad de dinero con el que podría alcanzar su ansiado objetivo, acepta. Claro que ahora deberá lidiar contra fuerzas siniestras y un villano de su propio pasado en lo que se vuelve una misión de vida o muerte; una que pondrá a este guerrero deteriorado por el tiempo en un camino que lo llevará a consumar su destino.

No es ninguna novedad que el actor Hugh Jackman declaró que esta es la última vez que personifica a Wolverine, personaje que lo llevó rápidamente a la fama mundial cuando lo interpretó por primera vez en el 2000. Nueve veces –cameos incluidos– Jackman se calzó las garras, pero declaró que su edad y el cáncer de piel que padece eran razones suficientes para abandonarlo. Y, por más que nos saque un lagrimón a todos, se despide de la mejor manera con una película épica en todo sentido.

Por un lado repite con el director James Mangold tras !Wolverine: Inmortal” (The Wolverine, 2013), y en este caso el realizador logra meternos en una atmósfera cruda, salvaje, opresiva, contrarrestada con los pocos momentos de “tranquilidad” y “humanidad” que hay en el filme. La dirección es impecable; tiene en algunas escenas unos planos deliciosos, hay momentos de acción que te dejan con la boca abierta y, lo más importante, le hace justicia al personaje a lo largo de todo el filme. Para aquellos que son muy comiqueros, la historia toma cosas de “Old Man Logan”, “Mutant Massacre” y “X-23”. El gran acierto de la narración es que nunca se nos explica porqué Logan está viejo, o le cuesta sanar de sus heridas o porqué el Profesor X está en un estado deplorable y empastillado todo el tiempo. Se nos sugiere que algo malo ocurrió en lo que muchos mutantes murieron pero nada más (¿tal vez hay planes de una precuela?). El tema es: vemos superhéroes otrora magnánimos en la decadencia total y eso pega fuerte en el fanático y en el espectador. Por otra parte, Laura (Dafne Keen), la nena que se ve en los avances y a la cual debe proteger Logan, conocida como X-23, su clon; es un personaje maravilloso que va a asombrar a más de uno.

Logan nunca deja de ser Logan, ese ser hosco, malhumorado, que no sonríe y que está en estado salvaje permanente, pero que alberga un corazón y una nobleza enormes. Este largometraje no es apto para chicos –hay mucha sangre y violencia–, y para todos los que vimos crecer al personaje en la pantalla es una más que digna película que sirve para despedirlo. No te decimos hasta siempre, Wolverine, sino hasta luego. Ojalá volvamos a encontrarnos.