Locos sueltos en el zoo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Con la llegada de las vacaciones, tanto de invierno como de verano, un sinfín de productos arriban para completar la oferta cinematográfica que intenta aprovechar el pico de asistencia a las salas.
En algunas oportunidades las películas pueden salir mejor que otras y en el caso de “Locos Sueltos en el Zoo” (Argentina, 2015) de Luis Barros, que intenta retomar la tradición de comedia familiar, el resultado es dispar pero con algunas ideas que potencian la propuesta.
La trama del filme es simple, un grupo de contrabandistas de animales liderado por Matías Alé necesita especies exóticas para exportarlas a Las Vegas. Con las claras intenciones de ir por el camino fácil contrata a los hermanos Bielsa (Pachu Peña y Álvaro Navia) para que lo ayuden en la búsqueda.
El Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires se muestra como la posibilidad ideal para conseguirlos, más cuando su cuidador (Alberto Fernández De Rosa) deje su puesto y llegue en su lugar una malviviente (Gladys Florimonte) con más ganas de hacer el mal que cuidar.
Desde un primer momento del filme sabemos que por una misteriosa “educación” del cuidador, los animales hablan, pero como en “Toy Story” sólo cuando nadie los puede ver u oír. Utilizando unos efectos muy rudimentarios, las voces de los animales servirán para rematar situaciones o para completar escenas inconexas con chistes.
Además en el parque estará Fabián Gianola dirigiendo las actividades secundado por Luciana Salazar, Nazareno Mottola, Noelia Marzol y Marley, en puestos de comida/regalos/atención, completando al equipo que intentará evitar a toda costa el robo de las especies.
Barros dirige todo con una puesta televisiva y diálogos en los que claramente no abundan frases inteligentes o siquiera algún gag efectivo, todo está depositado en la habilidad de cada uno de los intérpretes de poder defender o no la propuesta sin más que contemplar el resultado final.
Así, otra de las protagonistas, Karina Jelinek, quien hará de secretaria del personaje de Alé, se muestra como la participación más fresca del filme, en la que se pone en juego lo metadiscursivo con otras tecnologías y hasta con su propia vida privada, el “lo dejo a tu criterio” llevado a la enésima potencia.
Los hermanos Bielsa serán los motores de la narración al intentar, infructuosamente, y luego con la suma del personaje de Florimonte, todo se hará más cuesta arriba, principalmente para los malos, porque a los buenos todo le sale bien.
El personaje de Gianola de sufrir a su novia (Loly Antoniale), una niña bien caprichosa y controladora, termina con el personaje de Salazar (que hace de niña estudiosa y educada) y siendo elevado a la máxima categoría en el Zoo por su director (Emilio Disi).
El otro malo del filme, Alé, también termina mal, amenazado por la mafia, perdiendo todo lo que había conseguido y llorando para que alguien le dé un lugar en la fiesta final (con Karaoke incluido) con la que rápidamente se cierra la propuesta, tan aceleradamente como los 85 minutos que duró el filme, en los que la risa se acaba tan rápido como el pochoclo. Mucho ruido y pocas nueces.