Locos por los votos

Crítica de María Gabriela Losino - Cine y más...

"La guerra tiene sus reglas y las luchas en el barro también. La política no tiene reglas". Esta frase del candidato presidencial Ross Perot en 1988 -incluída al comienzo de la película- resume lo que el espectador está por ver en esta divertida comedia de tono político dirigida por Jay Roach (Saga "Austin Powers", "La Familia de mi Novia") y protagonizada por los comediantes Will Ferrell y Zach Galifianakis, quien particularmente ha cobrado mucha mas notoriedad en la serie de películas "Qué Pasó Ayer?".

"Locos por los Votos" narra la historia de dos candidatos pertenecientes al distrito 14 de un pequeño pueblo de Carolina del Norte y lo que son capaces de hacer con tal de conseguir los votos necesarios para obtener el puesto en el Congreso por el que compiten. En un lado de la contienda está Cam Brandy (Ferrell), un político arrogante sin competencia alguna que, tras cometer un error que hace pública su indiscreción extra matrimonial antes de la próxima elección, pierde popularidad.

Por este motivo, un par de empresarios multimillonarios sin escrúpulos (interpretados por los geniales Dan Aykroyd y John Lithgow) planean imponer a un candidato rival al que puedan controlar para gozar de las influencias en el mencionado distrito y así tener el camino libre para hacer sus negociados. Su hombre resulta ser el ingenuo Marty Huggins (Galifianakis), director del centro turístico local.

Al principio, este personaje parece ser una opción inverosímil, pero con la ayuda de sus nuevos benefactores y un feroz asesor de campaña (papel a cargo de Dylan McDermott), se convierte rápidamente, y contrariamente a sus ideales, en un verdadero oponente. A medida de que se acerca el día de la elección (la trama transcurre faltando cuatro semanas para el sufragio), los dos rivales caen en lo más bajo dentro del juego sucio para degradarse mutuamente y así liderar las encuestas que lo lleven directamente al Capitolio.

Lamentablemente lo que sucede en el ámbito de las campañas políticas de nuestros días es cierto (especialmente en las norteamericanas), y aquí causa mucha risa y nos divierte porque el circo estereotipado que se genera alrededor, repleto de corrupción, mentiras y falsas promesas, es presentado de manera hilarante (las escenas del bebé y del perrito Uggie de "El Artista" son lo mejorcito) y es llevado al extremo más disparatado, políticamente incorrecto y trasgresor.