Locos por los votos

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Dos candidatos sin escrúpulos

La preparación de una campaña política se caracteriza, en la mayoría de los casos, por su falta de ética y por su estudiada necesidad, de los encargados del marketing, de aniquilar al candidato opositor.

Esto es lo que muestra ‘Locos por los votos’, una comedia que se encarga de develar con efectivos recursos, como se gesta la campaña de un candidado que aspira a una banca en el Congreso estadounidense. Cam Brady (Will Ferrell) es un demócrata de Carolina del Norte.

El hombre lleva años en la política y según sus datos biográficos, ya en la primaria se notaba su capacidad de líder.

ALIANZA ASIATICA

Brady va en un ascenso seguro al Congreso, no tiene opositores en su distrito, pero unos inescrupulosos millonarios, los hermanos Gleen y Wade Motch (John Lithgow y Dan Aykroyd), que armaron
una oculta alianza con un gigante asiático dedicado a los juguetes, quieren imponer a su propio candidato, que en este caso será un representante de los republicanos, Marty Huggins (Zach Galifianakis), a cargo de un centro turístico local.

Huggins es el típico antihéroe. Está casado, tiene dos hijos -igual que su opositor- y dos perros muy feos, de origen oriental. El padre de Huggins siempre menospreció a su hijo y éste no hace mucho para simpatizar con él y menos aún cuando un día confiesa que disfruto mucho de disfrazarse de Lady Gaga, para una fiesta.

POSIBLE GANADOR

Cam Brady está casado con una rubia ambiciosa con la que tiene dos hijos y es un seductor innato, capaz de vivir relaciones de sexo furtivas, sin importarle demasiado el que dirán. El otro, Marty Huggins, muestra más entusiasmo que carisma, pero con un buen asesor publicitario, que le cambia la imagen a él y su familia, la decoración de su casa y hasta le trae perros nuevos al hogar, se convierte en un astuto competidor.

‘Locos por los votos’ muestra la preparación de una campaña política, hasta la votación final, la que también se convertirá en un sutil escándalo, más aún cuando se desnude una campaña en contra de la idiosincracia norteamericana. Graciosa, con cierto tono se sátira y de comedia algo subida de tono en sus chistes, al estilo de

‘¿Qué pasó ayer?’, en la que también trabajaba Zach Galifianakis, ‘Locos por los votos’, resulta entretenida, con situaciones que se repiten, pero ponen de manifiesto el caprichoso ingenio de sus guionistas.

Will Ferrell (Cam Brady) y Marty Huggins (Zach Galifianakis), son dos estupendos comediantes, capaces de divertir con tonterías bien calibradas.