Locos por los votos

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

EN PLENA CAMPAÑA

Visión vulgar y desoladora de una interna republicana en una pequeña ciudad norteamericana. Con brochazos gruesos nos dice que la política de hoy pasa por la imagen, los asesores y las encuestas; que los discursos va cambiando en función de las oscilaciones el electorado; que las ideas, convicciones, principios y programa no existen y que todo se decide de espaldas a ese pueblo que intentan seducir. El tema daba, pero lo que pasa es que le falta humor, ingenio, pincelazos punzantes. Los protagonistas son dos candidatos a congresistas: un zarpado que no cesa de meter la pata y va por la reelección y un bobo impresentable que tras sus pifiadas iniciales al final gana terreno porque es sincero, honrado, inocentón. La película acumula detalles de mal gusto, groserías y payasadas. Se ríe de los partidos, de las familias y sobre todo del electorado, esa masa amorfa que compra cualquier cosa. El final, encima, es de lo peor: el bueno y el malo se unen para ayudar a la gente, la ciudad se salvará, los políticos malos cambian y colorín, colorado…