Loco y estúpido amor

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Te Extraño, Phillip Morris

10 películas para elegir en el Village Recoleta: 2 (Super 8 y El Significado del Amor) ya las había visto. A 3 les tenía desconfianza (Larry Crowne, El Mundo Según Barney, Amigos con Beneficio, que me daba deja vu en realidad) 2 eran nacionales pero no me interesaban demasiado (La Patria Equivocada y Cerro Bayo) y podía apostar por lo seguro: Abbas Kiorastami + Juliette Binoche (Copia Certificada) o la oscarizada Susanne Bier (En Un Mundo Mejor).

Pero la verdad, es que tenía ganas de reirme con un producto inteligente. Así que aposte nuevamente al duo Ficarra/Requa, que ya me había dado dos alegrías en el pasado: el guión de Un Santa no Tan Santo y Una Pareja Despareja (I Love you Phillip Morris).

Humor cínico, crítico, puesta en escena fuera de lo tradicional y un elenco soberbio. Además el guión esta vez lo firmaba, Dan Fogelman que había escrito Cars y Enredados.

Realmente le tenía fe a esta supuesta comedia romántica.

Pero las mejores intuiciones suelen fallar a veces.

Loco y Estúpido… es una comedia dramática romántica, que habla básicamente de lo difícil que es saber si uno está o sigue enamorado de una persona, de la búsqueda del alma gemela, de la reivindicación del núcleo familiar tradicional estadounidense, la importancia de los valores, y conseguir el sueño americano.

Paren. Puedo esperar esto de Fogelman (aparecen en Cars estos mismos temas, pero Lasseter hace magia cinefila con ellos), pero Ficarra y Requa han vendido una ideología, una filosofía de vida en pos del ¿éxito comercial? (aunque los protagonistas de Phillip Morris también se veian como almas gemelas, el tono era otro).

Cal (Carrell) y Emily (Moore) son un matrimonio cuarentón que se casó muy joven y llegados a cierta edad no saben que más hacer con su vida conyugal. Por eso, ella le pide el divorcio y admite haber tenido sexo con un compañero de oficina. Cal no lo puede soportar y enseguida se muda solo. Ambos tienen hijos y esto no es fácil para ellos, especialmente para Robbie (Bobo) de 12 años, que está enamorado de su niñera de 17, Jessica (Tipton), que a la vez está enamorada de Cal.

Deprimido, Cal pasa sus noches en un bar donde es observado por Jacob (Gosling), un playboy, casanova innato que le tiene lástima y le da lecciones para “levantarse” mujeres y al mismo tiempo, cambia completamente su vestuario y peinado, transformándolo en un seductor maduro.

Si estas subtramas no son suficientes tenemos a Hannah (Stone), una aspirante a abogada, que deja pasar la oportunidad de pasar una noche con Jacob para abocarse a su estudio y trabajo.

Todo esto parece mucho, pero son simplemente los primeros 5 minutos del film.

El problema es el resto.

Lo que más desorienta, confunde de Loco, Estúpido es como dos directores que supieron ser subversivos, transgresores para los cánones de Hollywood, decidieron convertirse en un dúo tan conservador y cursi a la hora de hablar de amor. No es que sus películas no tuviesen una moralina subliminal, pero siempre estaban codificadas por el humor negro, el absurdo y una cuota de surrealismo, básicamente porque los personajes eran tan fríos, salvajes y pragmáticos que costaba creer que fueran humanos.

Acá sucede lo opuesto. Se llevan todas las situaciones al extremo del romanticismo cursi, de situaciones clisés (al menos en una escena lo admiten), lugares comunes y resoluciones previsibles. Los personajes son sólidos, pero un poco estereotipados. Los más interesantes, acaso son Jacob y Hannah, pero Ficarra y Requa por momentos se olvidan de ellos, los dejan de lado y los van convencionalizando hasta que no queda nada de lo que los hacía interesantes al principio de la historia.

Visualmente, los directores también se apartan de la cuidada puesta en escena de Phillip Morris. Hay una distinguida elección de colores, y por momentos la fotografía aporta a generar ambiente, pero no es lo mismo. Resulta forzado y al mismo tiempo, no es muy inspirado. Se empasta con cualquier otra comedia dramática que se ve hace muchos años.

Si bien, desde el comienzo queda claro que no es una comedia, sino que se enlazan momentos humorísticos a escenas dramáticas (algo así también sucedía en Phillip Morris, pero el propósito era otro), el sentimentalismo toma demasiado protagonismo. Frases hechas que algún momento fueron criticadas por uno de los personajes, terminan siendo habituales. Admito que hay escenas cómicas que sorprenden y funcionan bien, pero no le doy tanto mérito a los directores o el guión, sino a los intérpretes, que son sin duda, lo mejor de una obra que prometía cinematográficamente mucho más.

Steve Carrell demuestra que cuando interpreta dramas se mueve con mayor naturalidad que con las comedias. Cal es un perdedor a su medida. Carrell con pocos gestos es convincente. En cambio resulta forzado en las escenas más humorísticas. Julianne Moore en cambio, encarna a la perfección a la oficinista frustrada sexualmente. Es un rol que se sabe de memoria, pero siempre es placentero volver a verla así. Ryan Gosling y Emma Stone son la vanguardia de la interpretación joven estadounidense de hoy en día. Ambos tienen una versatilidad increíble, tanto para la comedia como el drama. Explotan su atractivo físico, en pos de un rol, son camaleónicos y sinceros. Una lastima que sus interpretaciones pierden fuerza cuando los personajes se vuelven demasiado predecibles.

Las participaciones especiales de veteranos como Kevin Bacon, Marisa Tomei (cada vez más sensual con el paso de los años) y John Carroll Lynch aportan cierta gracias, pero los tres están bastante mal aprovechados, incluso teniendo buenos personajes.

Pero sin duda, son los dos adolescentes los que se llevan los verdaderos méritos en lo que respecta a interpretaciones: Analeigh Tipton y especialmente Jonah Bobo (a no sorprenderse si al protagonista de Zathura lo nominan al oscar como actor secundario) son lo que realmente se llevan los lauros. La gracia y la naturalidad para poder representar verdaderos cuestionamientos amorosos con sutileza de gestos en ambos, es notable.

Sin embargo, más allá del elenco, es poco lo que esta vez aportan a la comedia estadounidense Ficarra y Requa. Se extraña el sarcasmo, el atrevimiento por insinuar con inteligencia y provocación, la sensualidad de lo bizarro. Nada de esto tiene Loco y Estúpido Amor. Es como una versión ajironada, positiva, optimista de Belleza Americana. Y si empezamos a preferir el modelo de Sam Mendes, es porque algo de lo que vemos no nos resulta creíble. El absurdo es la utopía que lo directores quieren crear alrededor de los personajes.

A pesar de una banda de sonido atractiva, y una fotografía cuidada en ciertos momentos, de la subversión a la apología de los valores caprianos en un contexto poco verosímil, Ficarra y Requa logran una obra poco personal, de la que ojalá puedan reestablecerse pronto.

Como el personaje de Steven Russell (Jim Carrey en Phillip Morris), los directores tienen que afirmar su identidad, sino ese loco, estúpido amor que muchos empezamos a sentir por ellos, va a terminar en un triste divorcio.