Locamente millonarios

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

MI GRAN CASAMIENTO CHINO

Acá la jodida, es la familia del novio.
Si todavía quedaban dudas, este 2018 terminó de demostrar que la “representación importa” cuando se trata de historias cinematográficas y su relación con el público. Sí, fue durante este mismo año que “Pantera Negra” (Black Panther, 2018) rompió todos los récords de taquilla del cine superheroico, y fue también en el que esta dramedia romántica se convirtió en un éxito rotundo durante el verano yanqui, siendo también la primera producción que se estrena de un gran estudio hollywoodense con un elenco mayoritariamente asiático, ambientada en la modernidad, desde “El Club de la Buena Estrella” (The Joy Luck Club, 1993). ¿Por qué tanta alharaca? PORQUE LA REPRESENTACIÓN IMPORTA y ya no hay vuelta atrás para poner excusas.

Jon M. Chu no es un realizador con títulos imponentes, pero aportó su granito de arena al mainstream cinematográfico con “Nada es lo que Parece 2” (Now You See Me 2, 2016) y “G.I. Joe: El Contraataque” (G.I. Joe: Retaliation, 2013). El tipo también tiene experiencia acumulada con varios musicales que, suponemos, le ayudaron a manejar la parafernalia de esta historia que nos lleva a un mundo casi fantástico o, al menos, a uno que sólo podemos imaginar en nuestros sueños más salvajes.

Peter Chiarelli y Adele Lim son los guionistas encargados de adaptar la novela homónima de Kevin Kwan, la historia de Rachel Chu (Constance Wu), una joven e inteligentísima profesora de economía de la Universidad de Nueva York, que tras un año de relación está dispuesta a viajar a Singapur para la boda del mejor amigo de su novio, Nick Young (Henry Golding), y de paso conocer a su familia.

Hasta ahí “Locamente Millonarios” (Crazy Rich Asians, 2018) comparte gran parte de su argumento con una infinidad de películas, pero resulta que los Young no son cualquier familia, y la noticia de que el heredero de un emporio inmobiliario multimillonario anda enseriado con una señorita, llega más rápido a los oídos de su madre, que lo que Nick trata de explicarle a Rachel su complicado estatus económico.

Ella, norteamericana y asiático descendiente, hija de una madre inmigrante que nunca terminó los estudios y llegó a Estados Unidos huyendo de la miseria de su país de origen, no está muy al tanto del mundo de los bienes raíces, mucho menos del jet set internacional, y tarde se desayuna con que su enamorado es bastante más famoso de lo que pudiera imaginar.

Una vez en Singapur, y ya en medio de los preparativos de lo que parece ser la boda del siglo, Rachel tiene el primer encontronazo con los Young y entiende, desde ese momento, que no le cae nada bien a mamá Eleonor (Michelle Yeoh). No importa cuán inteligente sea, o cuanto la quiera su hijo, Chu es una “plebeya” que nunca va a lograr encajar con los estándares de la familia, y mucho menos entender el papel que Nick juega en el futuro de esta dinastía.

Todo puede resultar muy “Capuletos y Montescos”, o una historia plagada de lugares comunes, pero “Locamente Millonarios” trasciende muchos de esos clichés y se mete de lleno en un universo totalmente ajeno al nuestro, incluso más frívolo y estrafalario que cualquier reality ambientado entre los platudos de Beverly Hills. Esto es parte de otra liga, y como Rachel, no podemos dejar de maravillarnos por los paisajes y los lujos de Singapur, las excentricidades de estos “asiáticos locos y ricos”, y ciertas costumbres que chocan, incluso dentro de la propia comunidad.

Acá vendría a sonar “Everyone's a little bit racist” de Avenue Q, claro que más enfocada en billeteras y árboles genealógicos. No importa que Rachel sea maravillosa e independiente, sin la aprobación de mamá y, aún peor, la abuela, no hay romance que valga.

Mientras los preparativos del casorio de Colin y Araminta revolucionan al continente, a Rachel le toca lidiar con Eleonor y el resto de los Young, que van a convertir su estadía en un infierno. Claro que no está sola, Goh Peik Lin (Awkwafina), compañera de la universidad, le hace el aguante y la pone al día con las costumbres locales; pero también tiene el apoyo de Astrid (Gemma Chan), prima de Nick, que debe hacerle frente a sus propios problemas familiares.

“Locamente Millonarios” es una historia moderna que mezcla las tradiciones milenarias de esta cultura –temas como la comida y el traspaso de las costumbres, con los que cualquiera nos podemos identificar-, con todas las comodidades y miserias del presente. Sí, hay una historia de amor y decisiones que pueden alterar la vida de muchos, para bien y para mal, pero lo más importante e interesante son las relaciones que se establecen entre todos estos personajes diferentes, y el papel que se le asigna a la mujer en esta sociedad en particular.

Eleonor, Astrid y tantas otras se nos presentan como mujeres poderosas que, además, deben velar por el bienestar y el qué dirán de sus familias. Son las caras más visibles de la sociedad, pero también las que muchas veces abandonaron todo para ponerles el hombro a sus más que exitosos maridos. Las tradiciones nada tienen que ver con esto, y los realizadores se concentran en destacar que los cambios coyunturales que se viven en el mundo no les son ajenos, y que cada una de ellas eligió el camino más conveniente.

De ahí, que la película no sea solamente una historia de “amor prohibido”, llena de enredos y momentos tiernos entre los enamorados. Rachel y Nick están en el centro, sí, pero su romance es la excusa perfecta para examinar un montón de cuestiones sociales que trascienden cualquier tradición y comunidad.

La mayoría del tiempo la historia es hilarante, sobre todo cuando se trata de Peik Lin Goh y su familia, pero “Locamente Millonarios” también le deja su lugarcito a los discursos feministas, y es ahí donde la termina clavando en el ángulo.

Jon M. Chu aprovecha todos los escenarios de la región, entre paradisiacos y futuristas (¿esos edificios son reales?), para terminar de delinear este “cuento de hadas” y poco y nada tiene que ver con la Cenicienta, pero mucho con el rol de la mujer en la actualidad, y más aún en sociedades tan estrictas. Su puesta en escena es espectacular, vestuario y casorio incluidos, pero son las actuaciones las que humanizan una historia que, de otra manera, podría caer en demasiados convencionalismos.

Wu y Yeoh se sacan chispas cada vez que se cruzan en la pantalla, representando dos estilos diferentes y dos generaciones que deben aprender la una de la otra. Esta vez, la historia se enfoca en los chinos (aunque podría aplicarse a cualquier comunidad), dejándonos espiar sus costumbres, que son tan parecidas y diferentes a las de muchos de nosotros.

LO MEJOR:

- Una historia que, a pesar de las frivolidades, nos engloba a todos.

- Para bien o para mal, son las mujeres las que llevan adelante este relato.

- Wu, Yoh y Chan son lo todo.

LO PEOR:

- Que de a ratos se deja llevar por los convencionalismos.

- No nos da el presupuesto para vivir la vida de estos muchachos.