Locamente enamoradas

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

De Bélgica, con (des)amor

La referencia cinematográfica ineludible cuando se menciona a Bélgica son los hermanos Dardenne. Sin embargo, nada más alejado de la urgencia social de la obra de los reconocidos directores de El hijo y El chico de la bicicleta que Locamente enamoradas. El cuarto film de la actriz y aquí también coguionista Hilde Van Mieghem elige desprenderse de cualquier anclaje geográfico para constituir una trillada comedia dramática coral sobre las vicisitudes amorosas de las mujeres de un grupo familiar.

El cuarteto está encabezado por Judith (Veerle Dobbelaere), separada de un hombre con el que aún conserva una buena relación. Tanto que él siempre le presta la oreja cuando ella sufre un nuevo fracaso amoroso, en este caso con un veterano poeta. Las hijas de ambos tampoco la pasan mejor: la mayor (Marie Vinck, igualita a Victoria Donda) está a punto de cortar una relación con un arquitecto mientras se independiza laboralmente de su padre, y la menor espera ansiosa su primer beso. La hermana de Judith (Wine Dierickx) está felizmente de novia, pero no puede evitar la tentación de ser infiel con un colega. Claro que con el correr de los minutos las hojas de ruta sentimentales empezarán a entrecruzarse.

Van Mieghem construye un híbrido oscilante entre la tipificación y misandria de Sex and the City (los hombres son poco menos que caricaturas: el buenudo, el impresentable, el amante salvaje y siguen las firmas) con algunos atisbos de la crudeza gráfica de Girls. En ese sentido, hay que reconocerle a Smoorverliefd algunas bocanadas de naturalismo físico poco habituales en un cine concebido para el agrado del paladar mundializado (cámbiese Bélgica por Australia o Estados Unidos y el resultado será igual).

El problema es lo que hay detrás de eso. O lo que no: si en la extraordinaria serie de HBO el sexo es un complemento fundamental, pero complemento al fin, de las complejidades de la vida femenina, aquí las chicas parecen vivir exclusivamente para y por él, obligando a la película a recortarse en su temática nodal. Se entienden, entonces, los recursos “metafóricos” implementados por Van Mieghem. Recursos que incluyen, entre otras cosas, una visualización sexual en la bola de un árbol de Navidad.