Lobos

Crítica de Samantha Schuster - Cinéfilo Serial

“El hombre es el lobo del hombre”, resuena la frase popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes, quien da por sentado el egoísmo que rige el comportamiento del ser humano, aunque la sociedad lo intente corregir para favorecer la convivencia.

“Lobos” cuenta la historia de la familia Nieto, la cual como muchas otras tienen inconvenientes económicos. El padre de familia (Daniel Fanego) quiere asegurar el futuro de sus hijos a partir de robos menores. Es ayudado por su yerno Boris (Alberto Ajaka), mientras que su hijo Marcelo (Luciano Cáceres) se retiró de este negocio para dedicarse a la seguridad privada. Pero cuando uno de los trabajos salga mal, Marcelo deberá elegir entre su empleo y ayudar a su familia.

El séptimo largometraje de Rodolfo Durán busca retratar la vida de una familia que por necesidades generadas en el contexto en el que vive debe sobrevivir recayendo en la delincuencia. Sin embargo, su mirada no busca justificarlos o fomentar estas prácticas (porque más entrada la trama veremos las consecuencias de tales actos), pero tampoco los condena, sino que nos muestra la escala de grises por la que transitan estos personajes. Fuera de su forma de vida, la familia se encuentra unida y se transmiten afecto y cuidado. Es por eso que el espectador logra empatizar con los protagonistas que se mueven dentro de esta ambigüedad y contradicción.

Uno de los grandes aciertos del film es la elección del elenco, con algunos de los mejores actores nacionales de estos tiempos. En primer lugar, Daniel Fanego, el padre de familia, vuelve a entregarnos una muy buena interpretación que no solo se transmite con el diálogo sino más a través de sus gestos. Logra plasmar la situación familiar y su desesperación por dejarles un buen pasar económico. Alberto Ajaka y Luciano Cáceres acompañan muy bien en puntos contrapuestos, mientras que uno promete fidelidad frente a cualquier costo, el otro busca apartarse del negocio, aunque el límite entre los vínculos afectivos y las malas prácticas sean bastante difusos. También debemos destacar la labor de César Bordón, quien encarna a un policía que trabaja en colaboración con los delincuentes (lo llaman el “jefe”) y es el encargado de apuntar los próximos pasos. Gracias a su trabajo se incorpora la subtrama de corrupción policial, la división de barrios por parte de las autoridades y las relaciones que mantienen con los criminales.

Filmado en Avellaneda y Lobos, la ambientación de la película ayuda a que se desarrolle la trama, sobre todo en la última instancia en la cual se trasladan, por motivos intrínsecos a la historia, a una casa alejada y desolada. Lo mismo ocurre con el clima generado a partir de la tensión (uno de los recursos mejores tratados del film) y la banda sonora.

En síntesis, “Lobos” nos ofrece un logrado drama policial que se beneficia de su tono intenso y la construcción de sus personajes, quienes nos muestran sus contradicciones y ambigüedades, a través de grandes interpretaciones, que permiten poder empatizar con ellos a pesar de los malos actos.