Lo que más quiero

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Algunos la creen muy fácil. Ponemos en un plano fijo dos personas a espaldas de cámara, un paisaje de fondo, hablando supuestas trivialidades durante 10 minutos y ya tenemos una obra maestra.

¿Dónde ha quedado la construcción interna de un cuadro? ¿Dónde ha quedado el montaje interno del que hablaba Bazin?

Por favor. Pareciera, que algunos cineastas nunca han visto un film en su vida. Si hablamos de sutilezas cinematográficas pongamos Lo Que Más Quiero al lado de ambas Oxhide. Ahí estaremos hablando de cine.

La ópera prima de Castagnino es la mentira a 24 cuadros por segundo. Historias de jóvenes que pretenden decir más de lo que dicen se viene haciendo desde los tiempos en que Elia Kazan y Nicholas Ray posaron sus ojos en la depresión de los adolescentes. El problema, es que detrás de lo que las protagonistas parecen ocultar realmente se oculta la nada. A ver… no hay mucho más que diálogos vacuos en espacios geográficos pintorescos, pero al igual que , el plano más elogiado de la película donde una de las protagonistas trata de “encararse” un chico (o viceversa en realidad), podemos notar que detrás de la pretensión algo no funciona bien. El famoso plano elogiado es visualmente desastroso. Fotográficamente mal iluminado. Y lo mismo pasa con la película. Es mala. Insoportable. Las idas y vueltas de las protagonistas, pretenden ser “reales”, pero terminan siendo previsibles, y demasiado dramatizadas.

A pesar, de que ambas protagonistas tratan de emitir verosimilitud, diálogos forzados, emociones que nunca se sienten genuinas impregnan la pantalla. En el medio se trata de colar una manifestación de crítica o realidad social, relacionado con el cierre de fábricas y la crisis económica, pero a veces cuando se trata de ser sutil, se termina siendo demasiado explícito.

En algún momento, los egresados de la FUC, supieron “innovar” dentro del cine nacional. Ahora se agarran de “tendencias” pasadas de moda. Ni siquiera son oportunistas.

Consejo para futuros realizadores: tengan paciencia. Su momento llegará. No hay que volverse loco si a los 30 todavía no filmaron su ópera prima. Si no tienen una historia que los enamore, no se lancen a la calle a filmar cualquier cosa. Tomen como ejemplo a Fabián Bielinsky.

Consejo para críticos: dejen de agarrarse de las pestañas de cualquier alumno de la FUC. Revean a los veteranos. Recuerden a Fabián Bielinsky.