Lo mejor de nuestras vidas

Crítica de Alan Prince - CineFreaks

Una obra francesa

Con Lo mejor de nuestras vidas termina la trilogía de Cédric Klampisch, que comenzó en 2002 con Piso compartido (2002) y continuó con Las muñecas rusas (2005), durante estos films vimos el ascenso y caída de Xavier (Romain Duris) que pasó de ser un aspirante a escritor hasta cumplir su sueño y encontrar el amor de su vida.

En este film, el protagonista logra formar una familia pero el conflicto comienza cuando su mujer lo abandona y se va a vivir a Nueva York. Nuevamente, Klampisch recurre a la fórmula de los viajes para darle un golpe al protagonista y en este caso cruza el nuevo continente con paisajes alucinantes de la ciudad norteamericana.

Lo interesante de esta película son las alucinaciones momentáneas que tiene el protagonista, un recurso que recientemente pudimos ver en La increíble vida de Walter Mitty, el film de Ben Stiller, donde situaba al protagonista en busca de una fotografía, la cual debía salvar su trabajo. Aquí es donde encuentro algo más en común, en esta ocasión Xavier no sólo viajará para inspirarse y así terminar su novela sino que también el viaje le servirá para reacomodar su vida, donde pasará por situaciones de lo más disparatadas, como cuando debe casarse con una oriental para obtener la ciudadanía americana y poder conseguir un empleo digno.

Con respecto a las películas anteriores, ésta es mucho más independiente, ya que el espectador que no vio sus precuelas podrá entenderla de igual modo, claro que los protagonistas hacen referencias a las películas previas y podrían pasar tranquilamente como un flashback. De hecho, al inicio sitúan al espectador para conocer más del protagonista mediante recuerdos y escenas que a lo largo del film se van conectando con una animación original.

En relación al resto de los personajes, a Wendy (Kelly Reilly) al principio la odiás (del mismo modo que lo hace el protagonista) por las situaciones que lo hace vivir pero a medida que transcurre la película se la quiere. Isabelle (Cécile de France), la mejor amiga del protagonista, es el personaje más interesante de todos y el más explotado, en materia diálogos y situaciones de lo más desopilantes. En tanto, Martine (Audrey Tautou) en este film tiene una vida muy parecida al protagonista y es difícil de creer que pueda entablar una relación con él, pero a su vez esto es lo que genera una sorpresa al espectador. Sin embargo a pesar de ello su personaje no genera prácticamente nada.

En conclusión: Lo mejor de nuestras vidas es un drama de aventuras disfrutable y que debido a la gran cantidad de escenas te obliga a prestar atención en cada detalle. Aunque no defrauda el capítulo final de esta trilogía, en la que sólo faltó el cameo del director como en las anteriores aventuras.