Llamas de venganza

Crítica de María Paula Iranzo - Cine Argentino Hoy

En la infancia las criaturas están descubriendo no solo el mundo sino también a sí mismas. Sin pensarlo, pueden ir de una emoción a otra y puede generar daños tanto internos como externos. Pero prender fuegos con el poder de la mente ya es otro extremo. Este es el caso de la protagonista del film Llamas de Venganza -basado en la novela de Stephen King-, que se estrena este 12 de mayo en cines.
Ya desde los créditos iniciales que el espectador conoce a Andy (Zac Efron) y a Vicky (Sydney Lemmon), a quienes de jóvenes les fueron administradas drogas experimentales por parte de una organización gubernamental, la cual les despertó poderes psíquicos a ambos. Ya lejos de esa vida son los padres de Charlie (Ryan Kiera Armstrong), a quien no le permiten tener Internet, sufre bullying en la escuela y no puede controlar sus emociones, la gran causa de sus poderes incendiarios. El gran conflicto comienza cuando las autoridades logran encontrar a la jovencita y quieren llevársela para continuar con lo empezado años atrás.
En el transcurso de la cinta ya se presienten los hilos de una obra de Stephen King y eso es uno de los elementos más emocionantes al verla. Algo que puede ayudar en este sentido es la música del maestro John Carpenter; el gran conocedor del género sabe de momentos de suspenso y thriller y cómo deben de sonar. Trajo también un poco de nostalgia al escuchar el estilo de todas esas grandes películas de terror que pasaron por su cabeza y su lente.
Con correctas actuaciones por parte de Efron y Armstrong -con 12 años la actriz ya empieza a mostrar su talento frente a cámara-, lo que más le hace falta al film es el desarrollo de algunos personajes secundarios y mayormente desarrollo de la situación: ¿quiénes son los malos de turno? ¿qué es lo que buscan? ¿qué esconden? Quizás las respuestas a estas preguntas hubieran logrado no solo mayor empatía con la joven Charlie sino también mayor odio a esta maldita organización del gobierno.
A pesar de todo esto no tiene nada que reprocharle a la versión anterior de esta película, estrenada en 1984 y protagonizada por una pequeña Drew Barrymore; es la misma historia contada de otra forma. Y si encima se le agrega la música de alguien como Carpenter, es un thriller con todas las letras. Atrapa de la misma forma que cualquier libro de Stephen King.