Llamas de nitrato

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Bien podría llamarse El secreto de Falconetti, y también estaría bien. No es la única licencia poética que Mirko Stopar se toma para abordar la enigmática vida de la actriz María Falconetti (Renée Jeanne Falconetti: Pantin, Francia, 21 de julio de 1892 - Mendoza, Argentina, 12 de diciembre de 1946), quien protagonizó “La pasión de Juana de Arco”, de Carl Dreyer, en 1927, acaso uno de los más importantes filmes del período mudo, pero que, paradójicamente, significó en la joven actriz un encasillamiento que opacaría toda su carrera anterior y posterior, hasta despojarla de identidad dentro y fuera de la pantalla (o arriba y abajo de los escenarios).

Así es “Llamas de nitrato”. Toda una traslación al pasado, ya desde el título.

La realización, instalada en una impronta cronológica, no llevará a conocer a Goldstuck, el mentor de la estrella, su aceptación en la Comedie Francaise, hasta detalles del viaje de Carl Dreyer a Francia para buscar a Juana. Con un montaje decidido y efectivo veremos anécdotas cómo que filmar la vida de Juana se decidió entre otras dos propuestas, según quien sacara el palito más largo, o el durísimo casting que no conformaba al director hasta que vio a Falconetti en el teatro.

Las voces en off de una pariente de Falconetti, el propio Dreyer, el diario de Robert Sousse, miembros del equipo técnico, y alguna otra, van relatando y decorando imágenes de archivo y dramatizaciones con actores (la cámara en picado mostrando una prueba de cámara / casting entre la actriz y el director).

Poco más de 40 minutos son los que minuciosamente describen su paso por el cine y su posterior decadencia económica. Luego vendrá su viaje a Sudamérica, particularmente a la Argentina, como Falconetti Orroza.

Está claro que “Llamas de nitrato” es un valioso documental para construir otro eslabón en la historia del cine universal, y también una invitación a la recorrida por una vida nacida para ser contada en formato de ficción, pero que aquí sienta una de esas piedras basal que para los cinéfilos del mundo es oro puro.