Llamas de nitrato

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

La vida secreta de una estrella

¿Qué misterios rondaron la vida de Renée Falconetti, la actriz francesa que en 1928 protagonizó el ya mítico film mudo La pasión de Juana de Arco, dirigido por Carl Dreyer? ¿De qué modo transcurrieron sus días antes y después de haber realizado ese trabajo que le dio fama universal? ¿Por qué caminos siguieron sus éxitos y sus fracasos como artista y como mujer? Estas y otras preguntas quedan disipadas en este documental que sigue paso a paso su existencia desde su nacimiento en 1892 hasta su muerte, en 1945. Sus comienzos en el mundo del espectáculo los dio en el teatro, primero en escenarios revisteriles y luego como principal figura en obras de la dramaturgia universal. Por aquellos tiempos transitó la gloria y el éxito en el París finisecular de la década del 20 hasta que el director Carl Dreyer, quien estaba buscando a la figura principal para protagonizar su película, se sintió atraído por su belleza, su desenfado y su talento, y le ofreció ser la protagonista de su ambicioso film.

Ella se negó en principio a esa invitación, pues no creía en el cinematógrafo, un arte que hacía los primeros pininos en las pantallas del mundo, aunque sin embargo, y tras la insistencia de Dreyer, accedió a la propuesta. Esta primera y única aparición en la pantalla de la Falconetti eclipsó todo lo que hizo antes y después. A partir de los pocos datos que quedan de su vida, Llamas de nitrato busca dar una mirada sobre la mujer y la actriz, ambas inseparables, y explorar los complejos mecanismos que operaron en el recorrido entre una intransigencia artística sin concesiones y su casi voluntaria autodestrucción. Por la pantalla, y a través de imágenes que se habían perdido en el tiempo y de impecables reconstrucciones de la época, desfilan los tramos más sobresalientes de Falconetti como actriz y, al mismo tiempo, su matrimonio con un millonario que construyó un teatro para ella, sus diversas aventuras amorosas, sus constantes caprichos y su lento declive artístico y financiero.

Paralelamente, el documental examina con lujo de detalles la intimidad de la filmación del film de Dreyer, censurado, mutilado, quemado y perdido durante años, hasta la azarosa aparición de un negativo original en un manicomio noruego en la década del 80, copia que aún se conserva. Están aquí también las tormentosas jornadas de filmación de La pasión de Juana de Arco que provocaron la performance desgarradora de la actriz y su posterior derrotero que la obligó, perseguida por sus acreedores, a refugiarse en Brasil para luego trasladarse a Buenos Aires, donde sobrevivió gracias a la ayuda de algunos adinerados compatriotas hasta su muerte, su entierro en el cementerio de la Recoleta y, años después, el traslado de sus restos a su Francia natal.