Llámame por tu nombre

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

En principio, y por sobre todo tipo de suspicacias, este filme con cuatro nominaciones a los premios “Oscar” se presenta mínimamente como oportunista, posiblemente la novela original también lo sea.

Esto no va en desmedro de la traslación al lenguaje cinematográfico realizado por James Ivory, un director que tuvo la sensibilidad necesaria con elementos narrativos inherentes al cine en realizaciones como “Un amor en Florencia” (1985) y “Lo que queda del día” (1993), entre muchas otras. En este caso cumpliendo simultáneamente las funciones de productor, delegando la responsabilidad de la realización en Luca Guadagnino.

Como dice Jean Claude Carriere, en su libro “La película que no se ve” (ediciones Paidos), ”cuando un filme esta bien realizado, el guión desaparece, todo se ve y se siente natural”….

En el caso que nos compete esto no resulta, todo se ve demasiado ficticio, desnaturalizado, forzado, no creíble, más que inverosímil.

Esto no quita que la producción posea muy bellas imágenes, todas muy turísticas, pero en tanto relato el mismo se presenta exageradamente pretencioso, para terminar siendo sólo una fabula homoerotica, ambientada en los albores de la década de 1980, dentro de la vida cotidiana de una familia burguesa e intelectual.

Como si fuese toda una ruptura, algo novedoso, siendo en cambio algo ya visto y oído miles de veces, pero con carácter heterosexual, claro.

Desde la presentación de los personajes, para los que se toma su tiempo, luego, en esa segunda parte de la primera hora, repite situaciones que nada agregan, ninguna información nueva o diferente de lo expuesto al principio.

La estructura narrativa es demasiado lineal, progresiva, el problema es que el diseño de montaje por momentos desconcierta, cortes abruptos para ir a ningún lugar, o extensiones de planos que se siente intolerables.

Lo que se rescata permanentemente es la banda de sonido. También la fotografía hace lo suyo para elevar el nivel medio de todo, una buena puesta en escena, con claras y marcadas diferencias en el uso del color y de la luz entre los interiores y exteriores.

El problema es que la puesta en escena es utilizada para detenerse en detalles que no aportan nada sustancial, con el mismo resultado de lentificar la narración.

Pero la mayor trampa es que se trata de un producto presentado como de bajo costo, casi con intenciones de aparecer como cine independiente, al mismo tiempo que rebelde, siendo en realidad su mayor logro verificar lo bien que funciono la labor de mercantilización de la producción.

La historia se centra en Elio Perlman (Timothée Chalamet), quien tiene sólo 17 años y su vida no tiene sobresaltos. Estamos en el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres, en el norte de Italia.

Se pasa el tiempo vagando, escuchando música, leyendo libros y nadando, hasta que un día llega el nuevo ayudante americano de su padre, Oliver (Armie Hammer), es atrayente, pero la primera coincidencia que el joven descubre es que ambos tienen raíces judías; sólo que uno lo muestra el otro lo oculta.

Oliver es un hombre joven, se sabe seductor, es muy seguro de si mismo. La diferencia con Elio que se esta descubriendo. Al principio éste se muestra frío, poniendo distancia con el ayudante de su padre, pero pronto ambos entablan una relación nada inocente, deciden salir juntos de excursión y, conforme el verano avanza, la atracción mutua de la pareja se hace más intensa, pero haciendo foco en el más joven de los dos.

La misma intenta ser una radiografía de un joven de 17 años, hijo de una familia privilegiada, ambos profesionales exitosos. Para ellos empieza a enumerar temáticas que luego no desarrollará de manera necesaria, menos eficiente, tales como el despertar sexual, el primer amor, lo deseado y lo prohibido, la tolerancia, la fascinación, los tópicos de la época, la sensualidad, la represión, hasta se mete en temas como el goce. Esto ultimo, como dato para prestar atención, en una escena sobre el final de la narración, de las más valoradas por todos, que po mir parte es para alquilar balcones, no ocuparlos.

No es un filme molesto, ni produce enfado, no llega a aburrir, ni es provocador, en realidad no produce nada.

Intenta contar una historia supuestamente universal individualizándola, pero sólo ella misma se considera en que lo forja. Lo peor es que no es ni bueno ni malo, no deja de ser uno más dentro de la mediocridad general, sino hubiese tenido que hacer esta crítica, creo que ya no la recordaría.