Llámame por tu nombre

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Verano del 83

No es la gran favorita a los próximos Oscar (tiene cuatro nominaciones, incluyendo mejor película), pero "Llámame por tu nombre" va a ser sin dudas una de las películas del año. La historia con guión adaptado por el veterano James Ivory ("La mansión Howard", "Lo que queda del día") y con dirección del italiano Luca Guadagnino ("El amante") narra la iniciación sexual de un adolescente en el verano de 1983, durante unas vacaciones en Italia. Allí está Elio (Timothée Chalamet, justamente nominado al Oscar), un chico de 17 años fascinado por la música y los libros que convive con sus padres, dos intelectuales liberales. Todo transcurre en paz en ese ambiente idílico hasta que llega Oliver (Armie Hammer), un brillante estudiante universitario, para ayudar al padre de Elio en sus trabajos de archivo. Elio está coqueteando con su amiga Marzia, pero de a poco su mirada se centrará en Oliver, y la atracción será mutua. "Llámame por tu nombre" es una historia de amor a la vieja escuela, delicada y realista al mismo tiempo. Lo mejor de la película de Guadagnino es que el deseo y el romance entre los dos hombres fluye con naturalidad. Aquí el acento no está puesto en "lo gay" como algo excepcional (como sucede en "La vida de Adele", ese bodrio aplaudido por muchos), sino que "lo prohibido" y el miedo al rechazo social pasan a un segundo plano, son apenas una sombra a futuro en un presente urgente. Los actores son los grandes aliados del director para transmitir ese deseo que no se puede reprimir: la química entre Chalamet y Hammer es impresionante. También se llevan un aplauso los diálogos de Ivory: hay un monólogo del padre de Elio que uno quisiera guardar en los espacios más valiosos de la memoria.