Liv y Ingmar

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Emoción, no solamente para bergmanianos

Liv e Ingmar. Así, por sus nombres, para acercarnos un poquito a las personas, antes que a las personalidades. Lo que se cuenta aquí, lo que cuenta la actriz y directora Liv Ullmann, es su relación con el singularísimo Ingmar Bergman a lo largo de 42 años, una relación que pasó por diversas, a veces torturadas etapas, y se extiende ahora en el recuerdo. Deslumbramiento, romance, placer, decepción, alteraciones, infierno, ruptura, retiro, reconsideración, aprecio, amistad, creciente amistad, cariño inmenso, buenos recuerdos, un balance de vida.

Muchas personas han pasado etapas similares. Ella las describe con palabras hermosas y perfectas, de especial agudeza en ciertos casos, palabras sinceras y profundas. A veces cuenta una anécdota y suelta la risa, de modo natural. A veces recita melancólicamente unos párrafos de su primer libro de reflexiones, "Senderos", que en inglés tuvo otro nombre, "Changing", cambiando. Para las espectadoras será fácil identificarse con ella, aunque no tengan demasiado presentes sus peliculas. Por supuesto, los bergmanianos apreciarán mejor el calce preciso de algunos fragmentos de "Vergüenza", "La pasión de Ana", "Escenas de la vida conyugal" y "Saraband", entre otras obras, que cada tanto ilustran lo que ella va contando, y certifican de qué modo Bergman volcaba en la pantalla sus propias angustias. La selección e inserción de esos fragmentos sólo merece elogios, al igual que la música, íntima y dolida.

Así como en aquellas películas, uno sale de este documental habiendo aprendido algo más acerca de sí mismo, del amor, de las relaciones con los demás, que suelen ser complejas. Y del tiempo, que nos permite ver en perspectiva, y hasta cambiar de perspectiva. Y sale, también, con la sensación de haber estado con una vieja amiga, que fue hermosa, que envejeció y engordó un poco, pero sigue siendo inteligente, encantadora, sensible. Unica.

Autor, Dheeraj Akolkar, un hindú que alterna Londres con Mumbai, y sintonizó con Ullmann porque ambos impulsan asociaciones de ayuda al prójimo. En la voz de Bergman (se leen algunas líneas de sus cartas de amor), Samuel Froler, que casualmente encarnó al padre de Bergman en la biográfica "Con las mejores intenciones", de Billie August. Rodaje en la isla de Faro, Suecia, y en la costa noruega. Vale la pena.