Liv y Ingmar

Crítica de Fernando López - La Nación

Bergman íntimo a través de los ojos de Liv Ullmann

Mucho tuvo que insistir Dheeraj Akolkar, cineasta de origen indio desde hace tiempo residente en el Reino Unido, para convencer a Liv Ullmann de participar en un documental centrado en su apasionada y tumultuosa relación con Ingmar Bergman. Fervoroso admirador del genio sueco y de la gran actriz a quien el creador de Escenas de la vida conyugal, Gritos y susurros y Sarabanda consideraba su Stradivarius, quería que fuera ella quien, a través de una serie de entrevistas filmadas en la isla de Farö, donde vivieron los primeros tiempos de una historia de amor que duró más de cuatro décadas, aportara la materia viva de este documento que es al mismo tiempo retrato íntimo y homenaje, evocación sincera de los años más felices y los más tumultuosos, delicada aproximación, no intelectual sino humana, a un personaje sensible, complejo, creativo y contradictorio. Y también franca y emocionada memoria de un sentimiento profundo que atravesó fases diversas.

Tal evocación responde, claro, a un único punto de vista, el de Liv, y comprende varios capítulos: Amor, Soledad, Furia, Dolor, Anhelo y Amistad. Esa estructura narrativa atiende a una disposición temática y también, aunque más tenuemente, a un orden cronológico que a lo largo de las recuerdos va dibujando el retrato del hombre que -confiesa- le cambió la vida para siempre. Es la suya una mirada cargada de afecto, que conserva viva la memoria de aquel comienzo luminoso, un verano de felicidad plena como nunca volvería a vivir, en la isla donde nació la pasión mientras filmaban Persona y donde Ingmar pronto haría construir la casa que iba a ser su refugio. Pero no oculta las asperezas entre ellos que irían a manifestarse con la prolongada convivencia, lo que, sumado al carácter posesivo del hombre (sus celos enfermizos en especial y su voluntad de imponerle el aislamiento que deseaba para sí), contribuiría a un lento y progresivo deterioro del vínculo.

A falta de documentos -salvo fotografías personales, recortes periodísticos, tramos de detrás de escena de distintos rodajes, los libros de memorias de Liv y las cartas que Ingmar le enviaba firmando con pequeños corazoncitos rojos-, para ilustrar las variadas fases de esa relación fuera de lo común y a veces dolorosa, Akolkar eligió incorporar largos tramos de diferentes films de Bergman. Y lo hizo sagazmente encontrando cuanto de la vida de la pareja está contenido en sus películas, con lo que se suma a quienes consideran que suele haber una estrecha relación entre la obra de un artista y su vida personal. Asimismo, Liv confiesa que muchos sentimientos que experimentaba en la vida al lado de un hombre egoísta que a veces era violento ("en el plano psicológico", aclara) podía canalizarlos a través de sus personajes.

A través de los ojos, las palabras (incluidos los trechos de Senderos, su libro de memorias) y los recuerdos de Liv Ullmann este documental cuenta, sin falso pudor, 50 años de una vida marcada por el amor, los celos y más tarde la pura amistad que la ligó para siempre con uno de los más grandes creadores del cine. Cuando se encontraron, ella tenía 25 años e Ingmar, 46. La tensa pareja de la que en 1966 nació la única hija de los dos, Linn, hoy escritora, sólo duró cinco años. Pero el profundo vínculo entre ellos, incluso el profesional -ahí están, si no, las elocuentes escenas de Sarabanda-, siguió mucho más. Hasta la muerte de Bergman, hace ocho años, en Farö, un día después de la última visita de Liv. Esta Liv de setenta y pico, con más arrugas y el encanto de siempre, a la que es un placer volver a ver en la pantalla.