Línea de fuego

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

Planos desde diferentes ángulos sobre la ruta y un grupo de motocicletas que parece entrecruzarse por aquellos espacios que separan los diferentes caminos de la autopista. Ya en las calles de la ciudad, la banda, con sus chalecos de cuero que llevan la leyenda Outcasts, se detiene en un bar. Conocedores del sitio, toman una máscara e ingresan a la parte trasera, oculta al público; allí fabrican metanfetaminas. Cuando están empacando la mercadería, los sorprende la DEA. El local estalla y sólo lo pueden escapar Danny T, el jefe, y su hijo Jojo. Ambos son perseguidos por Dalton, un agente encubierto. Este arresta a un malherido Danny T pero Jojo muere masacrado por los agentes. Entonces Danny T lo amenaza no sólo por la muerte de su hijo sino por la traición porque, justamente, la traición se paga.

Si se toman todos estos elementos, la lógica de la película Línea de fuego (Homefront), dirigida por Gary Fleder y basada en la novela homónima de Chuck Logan, es la propia de su género (acción). Luego la acción se establece dos años más tarde y el espectador concibe que durante el resto del filme se llevará a cabo la venganza de Danny T. Sin embargo, Fleder parece no regirse por estos lineamientos, pues la represalia se realiza casi por mera casualidad. ¿Será que la prisión entorpece su planificación? ¿O que no terminan de desarrollarse las conexiones entre el jefe y quienes inician la acción?

Tras el operativo, el agente se muda de ciudad con su hija para vivir de forma tranquila. Sin embargo, ni el corte de pelo, ni la apacible casa con lago incluido consiguen el cometido porque la niña es acosada por un compañero del colegio de quién, mas tarde, se venga. Bajo esta extraña y casual conexión se teje una red compleja de varios personajes que buscan primero asustar y luego vengarse de Broker.

Los personajes se presentan con caracteres ambiguos pues no terminan de definir ni sus rasgos ni su historia aunque se puede considerar al protagonista como el más transparente de todos pues se descubre su doble identidad, su relación con su hija y la tristeza por la reciente viudez.

Fleder trabaja la contraposición entre día y noche durante todo el filme. En general, los escenarios oscuros se relacionan con la fabricación de la droga, su distribución, las situaciones para llevar a cabo la venganza o los encuentros entre los distintos nexos. En cambio, los paisajes naturales, donde prevalece la naturaleza, tanto cuando montan a caballo o en la celebración de la fiesta de cumpleaños se asocian a los momentos íntimos entre padre e hija.

Por el contrario, el director abusa de los condimentos de los filmes de acción como los estallidos, las entradas violentas a las casas y la improbable peripecia de que un solo hombre acabe con cinco y sólo reciba un rasguño. La escena donde más se manifiesta y rompe con cualquier rasgo verosímil es una de la parte final, cuando Broker rueda con su auto como unas 10 veces y, de repente, sale casi ileso y logra reducir a su atacante.

A final de cuentas Línea de fuego termina por quebrar más lógicas de las que construye: no sólo porque no cumple con su promesa del inicio (Danny T queda desplazado a un segundo lugar), sino porque desluce a los personajes a través del tratamiento ambiguo y crea un relato que carece de sustancia. Así, la historia queda plana, en la superficie, no hay inquietudes ni puntos de inflexión mientras que se priorizan los golpes y los tiros como motivos de avance sin resultar efectivos.

Por Brenda Caletti
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