Línea de 4

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

El fútbol nunca importó menos
En el 2014, un grupo de amigos se reúne a ver la final Argentina-Alemania y termina discutiendo sobre su relación.

Ir a la cancha o juntarse a ver un partido es más que mirar fútbol: es un acontecimiento social. Es más: hay gente, hinchas light, que priorizan el aspecto social de la ceremonia por sobre el futbolístico. Y entonces, con la pelota rodando, se dedican a ponerse al día sobre asuntos personales, hablar sobre la coyuntura política, dinosaurios o cualquier asunto antes que sobre lo que está pasando en el campo de juego. Estar cerca de esa clase de gente es un problema. Y más cuando el partido dejado de lado es la final de un Mundial, sobre todo si Argentina está jugando esa final por primera vez en 24 años.

Eso es lo que pasa en Línea de cuatro: un cuarteto de amigos se junta en la casa de uno de ellos para ver el Argentina-Alemania que definió Brasil 2014. Treintañeros, se conocen desde el secundario pero en los últimos tiempos no se frecuentan tanto. Y entonces priorizan sacar a la luz viejos reproches, cuentas pendientes, verdades de lo que cada uno piensa de los demás, antes que seguir la final. Uno solo de ellos intenta, cada tanto, hacerlos volver a lo esencial, sin suerte.

Línea de cuatro podría ser una obra de teatro: todo sucede en un living, con pocos movimientos de cámara y el cuarteto sentado frente al televisor, hablando, comiendo una picadita de una mesa ratona y, muy cada tanto, exaltándose por una pifia de Higuaín o una atajada de Romero. Los diálogos, entonces, son lo principal. Distan de ser brillantes, pero tienen buenos pasajes, con los que todos nos podemos identificar, sobre temas universales como el sexo, el matrimonio, el trabajo o las aspiraciones sociales.

Algunas de las actuaciones son mejores que otras, pero en líneas generales funcionan lo suficientemente bien como para sostener la tensión y la credibilidad de la situación. Siempre y cuando aceptemos que a cuatro hombres puede llegar a importarles más una charla que la final de una Copa del Mundo: en cualquier caso, mejor ver a estos muchachos en la pantalla del cine que tenerlos de amigos.