Lightyear

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

El estreno de este spinoff de la saga Toy Story trajo buenas noticias. La decisión de estrenar un film de Pixar en cines, antes que en plataformas (Soul, Luca y Red fueron al streaming), le abrió las puertas a las vacaciones de invierno. Así, pudimos disfrutar de un lógico homenaje a la altura de un personaje querido por varias generaciones de la audiencia global. La pospandemia dio la posibilidad de convertir este hecho en el gran evento que sin duda es.

Incluso la polémica por la censura de la película en diversos países, a causa la relación lésbica entre dos personajes (la capitana Hawthorne, en la voz de Uzo Aduba, está en pareja con otra mujer, con la que forma una familia), puede servir para dejar en evidencia esos anacronismos entre distintos mundos que parecen transcurrir en épocas distintas.

Acaso algo caprichosa en la trama general, o respondiendo a decisiones de corrección política antes que funcionales a la historia, esa inclusión funciona con absoluta y lógica naturalidad en la historia. La “polémica” también sirvió para hacer pública una interna entre Pixar y su casa madre, Disney, en torno al tratamiento de la sexualidad diversa.

Lightyear es la película que vio un niño llamado Andy en 1995, se informa en el comienzo. Un niño que salió de la sala pidiendo que le compraran el muñeco, y ya sabemos cómo siguió la historia. Es así como los niños de hoy querrán al del “nuevo” Buzz y el de su mascota, el simpático gato robótico Sox. Esa breve introducción es una puerta de entrada, el regreso a uno de los universos más entrañables que ha logrado construir el cine de animación, y Lightyear es depositaria de esa carga emotiva.

Como corresponde, entonces, de Buzz es una película de aventuras en el espacio, que comienza con la guardia que Buzz lidera a puro entusiasmo individualista. Tras un accidente que los deja varados en un planeta, a merced de unas lianas gigantes bastante insistentes, Buzz se lanza al vuelo, para atravesar la ultravelocidad que les permitirá volver a casa. Fracasa, y cuando vuelve descubre que, en lugar de unas horas, para los demás pasaron varios años.

En esas idas y vueltas con distorsión temporal se estructura la aventura, según el guión escrito por Jason Headley y Angus McLane, el director. Un marco que acompaña la necesidad de tomarse un tiempo para mirar a los demás, de incorporar la idea de paciencia para el unilateral Lightyear, que contará con la compañía de Sox, el gato robot, y de un trío de novatos con ganas.

Sí, la trama guiña el ojo a varios films de su género, la ciencia ficción. Y no, no es una de las obras maestras que hicieron de Pixar la gran fábrica de historias creativas, originales y sorprendentes que es. Pero la menor capacidad de sorpresa tampoco implica, de ninguna manera, un resultado mediocre.

Lightyear es entretenida, inteligente y, como siempre, humana. No alcanza esos picos de emoción e inspiración de films como Toy Story (uno, tres o la que quieran), Ratatouille, Up, Monsters Inc. o Los Increíbles. Acaso porque es un film más acotado, de aventuras espaciales. El que vio un niño llamado Andy, en 1995.