Lightyear

Crítica de Giuliana Bleeker - Alta Peli

Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

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CRÍTICASLightyear (REVIEW)

ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022
El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

Lightyear
Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños.

Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco.

Lightyear: al Infinito y más allá

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ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022
El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

Lightyear
Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños.

Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco.

Lightyear: al Infinito y más allá

La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años.

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ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022
El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

Lightyear
Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños.

Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco.

Lightyear: al Infinito y más allá

La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años.

A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física.

Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe.

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ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022
El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

Lightyear
Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños.

Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco.

Lightyear: al Infinito y más allá

La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años.

A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física.

Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe.

Como bien mencionamos anteriormente, Lightyear comprendía una apuesta complicada tratándose de una película sobre el personaje que inspiró al juguete en vez de, quizás, un spin-off de la figura de Buzz. Más aun teniendo en cuenta que el encanto cómico de Buzz residía en su creencia de ser un astronauta con una misión interplanetaria cuando en realidad solo era el juguete. Sin embargo, la carencia de aquella naturaleza lúdica que ha caracterizado a la saga de Toy Story no es el único defecto que manifiesta este trabajo, uno de los menos interesantes dentro de la historia del estudio de animación.

El humor, en varios casos demasiado pueril para una película que apunta al público adulto que creció con la franquicia, los momentos emotivos poco inspirados y las cuestiones universales de la vida humana que la trama evita profundizar, son algunos de los puntos más flojos del film de MacLane. Esto sumado a la falta de desarrollo de personajes y sus vínculos, como así también, las escenas repetitivas que hacen que la acción se sienta estancada y parezca una película larga cuando en realidad solo cuenta con 100 minutos de extensión.

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ByGiuliana BleekerPublished on 16/06/2022
El muñeco astronauta de Toy Story regresa en Lightyear, una pseudo historia de origen con una animación digna de proeza cósmica, pero carente de alma. Crítica, a continuación.
Tres años después del estreno de Toy Story 4, la pieza más adulta de la saga animada que vio a los juguetes protagonistas tomar diferentes rumbos en otra historia plasmada de temas como la amistad, la madurez, la lealtad y el compañerismo, Pixar vuelve a apostar por su franquicia estrella con Lightyear, una aventura espacial centrada en el personaje del entrañable Buzz.

Lightyear
Dirigido y co-escrito por Angus MacLane, antiguo animador de los estudios Pixar que se desempeñó como co-director de Buscando a Dory (2016) y de dos cortometrajes ambientados dentro del universo Toy Story, este relato de ciencia ficción posee la particularidad de haber sido concebido como un producto independiente de la saga. Como bien rezan sus títulos de apertura, se trata de la película que vio Andy, el niño protagonista de la Toy Story de 1995, y que inspiró a la creación de aquella figura de acción de plástico de Buzz que le es regalada por su cumpleaños.

Con claros guiños a Star Wars, Star Trek y otros iconos de la cultura pop, esta especie de historia de origen del heroico astronauta en clave de comedia de acción intenta resucitar la esencia de Toy Story. Una tarea complicada partiendo de la premisa de que aquí Buzz ya no es un muñeco.

Lightyear: al Infinito y más allá

La aventura comienza con Buzz Lightyear (voz de Chris Evans) del equipo de elite Space Rangers y su compañera al mando, la Capitana Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), aterrizando forzosamente en un planeta lejano y hostil plagado de serpientes asesinas que emergen del suelo. En su intento por regresar a la Tierra, el cristal de combustible de la nave que les permite viajar a hipervelocidad resulta dañado, razón que los obliga a permanecer por años habitando ese territorio alienígena junto a la tripulación espacial. Mientras todos rehacen sus vidas adaptándose al nuevo entorno, obstinado y sin ayuda, Buzz continúa tratando de volver a su planeta natal, diseñando nuevos cristales y poniéndolos a prueba en sus misiones. El problema es que cada vez que el protagonista emprende sus viajes experimentales se aleja años luz de sus compañeros, por ende, lo que para él representan apenas unos minutos, para los colonos significan más de cuatro años.

A través de una secuencia que recuerda al inicio de la celebrada Up (2009) de Pixar, somos testigos de cómo el paso del tiempo impacta emocionalmente en Buzz, quien en cada regreso de sus viajes observa a su amiga Hawthorne transcurrir con felicidad las diversas etapas de la vida: su enamoramiento con otra compañera, el casamiento, la crianza de su hijo, la llegada de su nieta Izzy (Keke Palmer), y finalmente, su desaparición física.

Un siglo en el futuro, Buzz junto a Sox (Peter Sohn), un ingenioso robot con forma de gato, parece haber encontrado la forma de volver a casa. Sin embargo, antes deberá enfrentar las fuerzas malévolas del Emperador Zurg (James Brolin) y sus imponentes robots. Para ello contará con el apoyo de una improbable pandilla de improvisados cadetes espaciales, integrada por la nieta de Hawthorne, una ex convicta anciana llamada Darby (Dale Soules) y Mo (Taika Waititi), un joven temeroso y torpe.

Como bien mencionamos anteriormente, Lightyear comprendía una apuesta complicada tratándose de una película sobre el personaje que inspiró al juguete en vez de, quizás, un spin-off de la figura de Buzz. Más aun teniendo en cuenta que el encanto cómico de Buzz residía en su creencia de ser un astronauta con una misión interplanetaria cuando en realidad solo era el juguete. Sin embargo, la carencia de aquella naturaleza lúdica que ha caracterizado a la saga de Toy Story no es el único defecto que manifiesta este trabajo, uno de los menos interesantes dentro de la historia del estudio de animación.

El humor, en varios casos demasiado pueril para una película que apunta al público adulto que creció con la franquicia, los momentos emotivos poco inspirados y las cuestiones universales de la vida humana que la trama evita profundizar, son algunos de los puntos más flojos del film de MacLane. Esto sumado a la falta de desarrollo de personajes y sus vínculos, como así también, las escenas repetitivas que hacen que la acción se sienta estancada y parezca una película larga cuando en realidad solo cuenta con 100 minutos de extensión.

En materia de animación, indudablemente la compañía subsidiada de Disney continúa siendo potencia. La película no escatima en detalles, texturas y una paleta de colores vibrante a la hora de retratar este mundo remoto, su diversidad humana y sus variopintos androides.

Por otro lado, también es importante destacar la gran labor de los actores, quienes aquí hacen lo que está a su alcance para transmitir un poco de esa magia de las historias de Pixar que el guion no logra. Tal es el caso de Chris Evans. El actor detrás del Capitán América evita emular el trabajo de Tim Allen, la histórica voz de Buzz, y le imprime al protagonista una personalidad fresca, segura y enérgica. Misma distinción cabe para Peter Sohn como el afectivo y ocurrente robot felino Sox, el personaje que más muecas recibe por parte del público y al que seguramente le destinen buena parte del merchandising.

Lightyear definitivamente está lejos de capturar el espíritu de aquella saga que marcó un antes y un después en la animación y que se ha convertido en todo un ícono transgeneracional. Queda por ver si los resultados de taquilla le darán el visto bueno a Disney y Pixar para seguir escarbando con sus múltiples spin-off, precuelas y secuelas hasta el infinito y más allá. Toquemos madera.