Liga de la Justicia

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

CONFORMISMO Y PROMESAS

A esta altura del partido, el universo cinematográfico de DC ya se parece a la Selección Nacional: si el equipo dirigido por Sampaoli no gana ni gusta, sólo nos queda conformarnos con algún chispazo aislado, alguna gambeta de Messi y una vana esperanza de que el futuro quizás sea mejor; las sucesión de películas del sello de superhéroes generan cada vez menos expectativa, con lo que sólo queda conformarse con que los films no sean malos y nos hagan pasar un rato razonablemente entretenido. Quizás por eso Liga de la Justicia, en su intrascendencia, no termine molestando mucho.

En cierto punto, teniendo en cuenta los numerosos problemas de producción que afrontó el film, el balance no es tan malo. El proyecto afrontó una gran cantidad de escollos: la mala recepción para Batman vs Superman: el origen de la justicia, que llevó a realizar cambios en el guión; el suicidio de la hija de Zack Snyder, que lo obligó a dejar la producción cuando estaba cerca de completarse, siendo reemplazado por Joss Whedon, quien también agregó retoques al guión; y hasta la bajada de línea por parte de los ejecutivos del estudio para que el metraje no pase de las dos horas. En un punto, esta última decisión lleva a que Liga de la Justicia sea una película bastante concisa: le cuesta juntar al equipo de superhéroes y terminar de delinear su conflicto central, pero en cuanto lo logra, ya no se aparta de él y no se desvía en otras potenciales subtramas. Esa linealidad lleva a que el film no aburra aunque tampoco llegue a ser un divertimento potente.

Claro que esa concisión y linealidad le quitan toda posible ambición. Batman vs Superman era un desastre, pero por lo menos era un desastre que buscaba delinear una mirada propia y decir unas cuantas cosas sobre el heroísmo, el Bien y el Mal, la violencia y los legados. Se podía decir que había algo de riesgo aún en el medio de una complacencia permanente desde los guiños y referencias. En cambio, Liga de la Justicia es la nada misma: hay un supervillano llamado Steppenwolf al que, a partir de la ausencia de Superman, se le abren las puertas para conquistar el planeta; una convocatoria de Batman y la Mujer Maravilla para que Aquaman, Flash y Cyborg se unan al grupo destinado a luchar contra la nueva amenaza; una previsible vuelta de Superman; un aún más previsible enfrentamiento con el antagonista… y no mucho más.

Todo en Liga de la Justicia es acumulación y despliegue superficial, mientras Ezra Miller tira muchos chistes y sólo algunos funcionan; Ben Affleck ya insinúa que quiere retirarse de su papel como Batman; Gal Gadot cumple como la Mujer Maravilla pero no mucho más; Jason Momoa como Aquaman parece tomarse todo muy poco en serio (y lo bien que hace); Ray Fisher se toma su rol como Cyborg muy en serio y hace mal; y Henry Cavill hace de Superman pero pareciera querer estar en el rodaje de Misión: Imposible 6. En el medio, aparecen por ahí Billy Crudup como Henry Allen (prometiendo tener más tiempo en Flashpoint), J.K. Simmons como el Comisionado Gordon (prometiendo tener más tiempo en The Batman), Amber Heard como Mera (prometiendo tener más tiempo en Aquaman) y Joe Morton como Silas Stone (prometiendo tener más tiempo en Cyborg).

Todos prometen en Liga de la Justicia, mientras piden que nos conformemos con un film que pareciera no tener en cuenta buena parte de lo que ya ha entregado el cine de superhéroes. Y no nos referimos sólo a lo que dio el Universo Cinemático de Marvel o las más recientes películas vinculadas a los X-Men. El film de Snyder/Whedon no se da por enterado ni de las Batman de Burton, como si pensara que sólo basta con presentar a los superhéroes porque todos los fanáticos van a aplaudir. Es un retroceso hasta los tiempos del Superman de Richard Donner, que era una película correcta pero sin gracia.

Película extremadamente conformista, Liga de la Justicia va a lo seguro y cuenta lo suyo de manera apenas fluida en parte por pereza, pero también por temor a causar nuevas decepciones. Es un film irrelevante que, como la Selección Nacional, patea la pelota hacia adelante y espera que un eventual salvador rescate a todos. Mientras tanto, las ideas no aparecen y sólo hay una vacuidad alarmante.