Liebig

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Aquellos años felices
Retrato del pueblo entrerriano que nació y creció a la sombra de una fábrica de carne enlatada.

El pueblo entrerriano de Liebig se fundó y creció alrededor de la fábrica inglesa de carne en conserva (corned beef) homónima, que funcionó entre 1903 y principios de los años ’80. Ahora el pueblo es carne de documental: tuvo un muy logrado capítulo de Carne propia, de Alberto Romero, y ahora es el núcleo de la opera prima de Christian Ercolano.

Con algo de gracia y bastante de melancolía, lo que aquí se narra es la vida en un pueblo semifantasma, porque así como hay centros urbanos que desaparecieron cuando el ferrocarril dejó de pasar por sus estaciones, Liebig perdió sustento y sentido con el cierre de la empresa. Diversos habitantes -todos de más de 60 años- que aún se sientan a tomar el mate en sus interminables tardes, se lamentan por el estado de abandono actual y evocan los años de esplendor de la fábrica, que todavía está ahí, en ruinas, como un doloroso recuerdo de la época dorada. No todos los testimonios tienen interés, algo que perjudica el ritmo de la película. En lo que coinciden es en una implícita conclusión: todo tiempo pasado fue mejor.