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Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Si ustedes creían que el exorcismo era un invento de jóvenes guionistas del cine de terror sin demasiadas ideas novedosas, este documental de la italiana Federica Di Giacomo (Il lato grottesco della vita, Housing) expone que el fenómeno está más vigente que nunca y no para de crecer (la película termina con estadísticas asombrosas de 2014).

Estamos en Sicilia, una de las regiones más pintorescas y con mayor concentración de “posesiones” diabólicas del mundo. Allí, el Padre Cataldo no da abasto con sus actividades de exorcismos: misas masivas los jueves, encuentros individuales y hasta sesiones por teléfono. Cada vez son más los que llegan de distintas regiones, pese a que él aclara que sólo atiende a los lugareños.

La cámara de Di Giacomo siguió pacientemente durante varios años a Cataldo en sus distintas interacciones con la comunidad, algunas de las cuales resultan más aterradoras y -claro- creíbles que la de cualquier film de terror de moda. Por supuesto, hay mucho de sugestión y alguno/a que se acerca con problemas que más que demoníacos parecen psicológicos, pero todo el asunto -trabajado con recato, pudor e intimidad- es ominoso y fascinante a la vez. Una película que no es sobre la religión sino sobre la emergencia espiritual y el desconcierto de estos tiempos. Y con una sociedad tan expresiva y extrema como la siciliana de fondo.

Cuando cerca del final la directora se sumerge en un congreso/seminario en Roma al que asisten exorcistas de todo el mundo Liberami va de lo particular a lo general. Las cifras lo confirman. La Iglesia está desbordada y desesperada por conseguir nuevos exorcistas dispuestos a combatir a Satán. Las dotaciones en muchos casos se han triplicado o quintuplicado en los últimos tiempos y hasta hay call centers como si fuera 0-800 comerciales. El diablo sigue metiendo la cola y este documental muestra cómo y por qué.