Leyenda: La profesión de la violencia

Crítica de Walter Pulero - Loco x el Cine

Ronald y Reginald Kray son dos gángsters gemelos que hacen del crimen su oficio en los años 50 y 60 en Londres. Su imperio parece abocado al desastre cuando el segundo de ellos es conminado por su esposa a dejar “la mala vida”.

Y es Tom Hardy (nominado al Oscar por su personaje en El renacido) quien se pone en la piel de los gemelos, quienes realmente existieron y que devastaron las calles de Londres llevando a cabo una carrera delictiva con una ola creciente de asesinatos, robos y extorsiones en la zona del East End.

Leyenda está dirigida por Brian Helgeland (L.A. Confidential, Robin Hood), quien adapta la novela “The Profession of Violence: The Rise and Fall of the Kray Twins” de John Pearson en un intento de biopic que no alcanza para impresionarnos.

El mayor error del film es querer mostrarnos el submundo londinense retratándolo como cualquiera de las películas sobre mafiosos que ya hemos visto. A excepción de la relación entre los hermanos, Leyenda no logra dispersarse de los lugares comunes a los que acude un film de este estilo.

La mayor atracción de la película está dada por la doble interpretación de Tom Hardy interpretando dos papeles antagónicos y el trabajo de edición para llevar a cabo escenas muy bien logradas y sin suciedad. Además debemos decir que está muy bien logrado el diseño de vestuario y la ambientación de los escenarios.

Hardy resulta muy convincente (incluso cuando interpreta a Ron) y le pone el cuerpo al film, pero la falla en la historia permite darnos a las claras que no es el mejor trabajo del actor, quien en algunas escenas acude a la redundancia. El guion deambula sin rumbo fijo y no sabiendo bien qué contar. Tampoco la voz en off de Frances (Emily Browning) aporta a la historia, quien como la esposa de Ronald intenta alejarlo de la mala vida y limpiar su nombre.

Leyenda es un retrato de la mafia a lo Scorsese pero que se queda solo en lo superficial sin ahondar en otras cuestiones que podrían haberla llevado a trascender. Nos deja con ansias de más, aunque nunca llega.