Ley primera

Crítica de Natacha Mell - Revista Meta

Ley primera, la leyenda del Gran Chamán es una película que comenzó a gestarse en el 2004 y fue transitando por un camino arduo hasta lograr su culminación. Su temática sigue estando vigente, y aún más en estos tiempos que corren. Situada en la comunidad Quom (Toba) del Chaco y hablada en toba, sirve de modelo del proceso que están viviendo actualmente las comunidades originarias: empobrecimiento, presiones, usurpación de tierras.

El film narra la historia de dos hermanos gemelos nacidos en el impenetrable Chaqueño que expresan una guerra de intereses, entre la defensa de los valores y la cultura local y el mercantilismo capitalista. Máximo y Simón representan las dos caras de lo que están pasando las comunidades indígenas. Estos hermanos son interpretados de manera impecable por el director de la película, Diego Rafecas, también guionista del film. Ley primera llega a la filmografía del director luego de Paco y Un buda, si bien este proyecto fue anterior.

El elenco cuenta con actores internacionales como el norteamericano Armand Assante y la mexicana Adriana Barraza, que fuera nominada al Oscar como actriz de reparto por Babel, además de Juan Palomino, en un rol protagónico, secundado por Tomás Fonzi, Roberto Vallejos, y Charo Bogarin, entre otros.

El reto más grande para los actores fue rodar el film en idioma quom, al que tuvieron que acceder hablándolo de manera fonética, aprendiéndolo con la comunidad para dar con un tono y acento verosímil.

En esta historia se hace referencia a la masacre silenciada de Napalpí, que ocurrió en 1924, y en la película actúan descendientes de los sobrevivientes. Se trabajó con la idea de visibilizar y concientizar sobre las realidades que nos toca y nos tocó vivir como país, construyendo un cine nacional que permita desde lo audiovisual dar batalla cultural contra las imposiciones y desvalorizaciones. Muestra las comunidades originarias para que sean “visibles, presentes, iguales, ni más ni menos que todos” según expresó Charo Bogarin, en declaraciones a la prensa. En este sentido se apunta a trabajar con lo que tienen de rico, no con lo que les falta. Construir desde el lugar de la revalorización, no de la victimización.

Muy interesante es considerar que si bien la película potencia los elementos tradicionales de la cultura, está inserta en estos tiempos que vivimos, lo que le permite reivindicar el rol de la mujer como hacedora y sostenedora, mostrando una cultura viva que está en constante evolución, se adapta, y se mantiene aunque fuera sojuzgada por años.

Con rubros técnicos correctos y buenos temas musicales que rescatan la esencia del pensamiento ancestral, la película conmueve y nos presenta una sociedad que no se va a dar por vencida frente a los obstáculos y tiene vocación de resurgir con fuerza desde las cenizas.

En suma, un film necesario que no debería dejar de verse, donde se elude lo panfletario, para describir una realidad no muy tratada en el cine argentino de ficción.