Ley primera

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Proyecto largamente anunciado y retrasado, Ley Primera es la nueva película del inefable Diego Rafecas; director del que se podrán decir muchas cosas, pero nunca que huye a los temas comprometidos. Esta vez, aborda los distintos conflictos de las comunidades originarias de nuestras tierras en la actualidad.

Nos devoran los de afuera:
El propio Rafecas protagoniza, en doble rol, esta historia que ubica en el centro a dos hermanos. Simón y Máximo son los gemelos de la familia líder de la región, Jerom; pero ambos son diferentes. Mientras que Simón vive y protege a la cultura Quom y sus intereses; su hermano Máximo, que emigró a Estados Unidos, parece huir de su pasado.

Es un conflicto caliente, los Quom deben defender sus tierras de los grandes negociados empresariales en connivencia con la intendencia de la localidad (en la piel de Oscar Alegre). Máximo regresa al Chaco, pero no a visitar a su familia, su misión es cerrar un trato, convencer a su madre (Adriana Barraza), y hacer que la comunidad cese en la lucha por la defensa de la tierra. Sí, Máximo representa a la gran corporación interesada en un emprendimiento petrolífero.

Simón y Máximo se enfrentan, pero a este último, el regreso a sus orígenes le harán tocar fibras que no recordaba tener, y sufrirá un conflicto interno del que deberá hacer catarsis; y hará resurgir la historia oculta de la matanza que sufrió aquella población.

Como en todos los films del director de Un Buda, el elenco es numeroso, y esta vez habrá que sumar la presencia de dos figuras de peso como la citada Barraza (Babel) y el internacional Armand Assante en el rol de un chamán que trasciende toda la historia.

Ley Primera abre el abanico, y tomando de partida el conflicto por la tierra que sufren los Quom, no solo expondrá las dos aristas representadas por los hermanos Jerom; sumará las historias alternas de otros personajes de esa comunidad que, de algún modo, experimentan, para bien o para mal, la amalgama de las tradiciones con la modernidad; esto quizás sea lo más interesante de la propuesta.

Juan Palomino, Roberto Vallejos, Vera Carnevale, Bianca Bertoli, Tomás Fonzi, Susana Varela, y Pablo Pinto, entre otros, componen secundarios que entrecruzan sus historias en las que no faltan la violencia machista tradicionalista, las peleas burocráticas, la educación ancestral y la regular, y un pueblo que hasta puede adoptar para sí mismo una denominación peyorativa como Toba. Hay determinadas escenas, sin ser remarcadas, como el recital de rap, la presentación de Charo Bogarín de Tonoléc, o el arco argumental de Vallejos, que expresan una dualidad interesante sobre la afectación del afuera hacia las tradiciones, en contrapuntos interesantes con los personajes de Assante y Rafecas en la piel de Simón. Por otro lado, Liz Solari, como la ayudante y novia/amante de Máximo, será la encargada de pujar hacia esa mirada del exterior, fría y desangelada.

Rafecas logra una narración que se sigue con interés, logra remarcar los puntos importantes más allá de ramificar los arcos; pero serán sus habituales “exageraciones” las que no permitirán un resultado del todo redondo. Si bien el director de Rodney y Cruzadas demostró una tendencia a que sus personajes jueguen a la exasperación, o algo de “gritos” innecesarios, suerte de borders; en Ley Primera encontraremos un tono más medido, con momentos más sutiles; que sí, se pierden en las ocasiones en las que se remarca lo que ya se había entendido, como el uso innecesario de expresiones coloquiales, “vulgares”, en los subtítulos (el film es hablado casi en su totalidad en Quom e inglés).

Técnicamente, se aprovechan los escenarios naturales, y hay determinados momentos acertados en los que se deja hablar por sí solo a las imágenes; los usos de determinados efectos harán notar cierta baja en la producción entendible; pero que no afecta en gran medida las intenciones de la propuesta.

Conclusión:
Aún con sus contras, Ley Primera logra imponer lo interesante de su temática por sobre algunos tropiezos. La ductilidad de un elenco secundario sólido, y la amalgama propia del choque de culturas, cierran positivamente una propuesta que, a las claras, es la mejor película de su director.