LEGO Ninjago: La película

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

"Lego Ninjago: la película", un mundo de juguetes

Con Lego el proceso fue el opuesto al habitual, que es lanzar merchandising sobre series o películas animadas exitosas. La industria de los clásicos bloques encastrables se diversificó al asociarse a las majors para generar productos audiovisuales para televisión, franquicias cinematográficas y colecciones cada vez más sofisticadas. Así llegó “Lego Ningajo: La película”, que sucede a la inicial “La gran aventura Lego” y “Lego Batman: La película”. Los directores Charlie Bean y Paul Fisher se lanzaron a su primer largometraje después de una carrera experimentada en algunos de los tanques de Hollywood desinados al segmento infantil. Se trata de una película tradicional y a la vez irreverente para niños, aunque más de un adulto pueda sentir algo de nostalgia al ver los “ladrillitos”. Pero el filme está lejos de la nostalgia.

   Los cineastas fusionaron el relato convencional de aventuras con un villano tan descaradamente malo que da risa, un adolescente que sufre con estoicismo el desprecio que genera que todo el mundo sepa que es el hijo del villano, una madre proactiva que lo impulsa a seguir adelante a pesar las humillaciones, un gato-monstruo real, un arma “máxima” cuidada con celo por el maestro ninja y ese mismo maestro intentando transmitir sus enseñanzas ancestrales a los cinco protagonistas. A diferencia de muchas películas infantiles hechas a repetición, “Lego Ninjago” tiene la espontaneidad disparatada de un juego de chicos con imaginación y humor, además de una trama que irá develando las relaciones entre ellos y cómo es posible reparar vínculos, sin pase de facturas, pero sí con mucha perseverancia en ese objetivo.