Lectura según Justino

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Poesía alemana y melodrama

La ópera prima del conocido actor de telenovelas Arnaldo André como realizador llega a la Argentina varios años después de su estreno cinematográfico en las pantallas de Paraguay. Lectura según Justino (2013) narra la adolescencia de un joven que tras la muerte de su padre es inscripto en un prestigioso colegio alemán en la ciudad de San Bernardino, colonia fundada por germanos y suizos a fines del Siglo XIX.

Justino (Diego González) es un adolescente taciturno que vive con su madre y sus hermanas y acaba de perder repentinamente a su padre, un conocido sastre de la ciudad. Tras la muerte del progenitor, Justino consigue trabajo en el correo repartiendo las cartas e ingresa en San Bernardino. Allí se hace amigo de una alborozada compañera y se enamora de su conspicua profesora de alemán, Ulla (Julieta Cardinali). Justino le pide a un germano hosco al que le lleva cartas que le preste un libro en el idioma para leer en su clase, pero el hombre, Joschka (Mike Amigorena), se niega y en cambio le copia un poema del escritor romántico alemán Friedrich Schiller. A través de la poesía que Justino lee en clase Ulla y Joschka se envían mensajes que solo ellos entienden, y así entablan una romántica relación epistolar clandestina sin el conocimiento de Justino, que mantiene su ilusión moza. Pero la situación política, un crimen atroz y los consejos de la controladora madre de Ulla de que se aleje de ese hombre, acusado de crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, harán mella en la relación.

El film está situado en 1955, meses después del Golpe de Estado que inició la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay y antes del Golpe de Estado contra Juan Domingo Perón en Argentina y tiene muchas y ricas referencias a la historia paraguaya, la disputa entre liberales y colorados y la relación entre Paraguay y Argentina a través de la Fundación Eva Perón.

Lectura según Justino es un film de claroscuros, más cerca de la estética narrativa de la telenovela que del cine. Si por un lado la ambientación y las actuaciones son puntos muy altos en los que interviene la experiencia actoral del realizador, la historia nunca parece despegar realmente y el guión demanda el estilo narrativo dramático y la duración episódica del formato televisivo más que la mirada cinematográfica. Tanto la historia principal como las paralelas de los secundarios, el peluquero argentino peronista, el alcalde comisario militar y su ayudante, la madre, la tía y las hermanas de Justino y muchas otras, quedan truncas y demasiado resumidas, desperdiciando todas las potencialidades que el contexto político permite. La trama principal nunca termina de desarrollarse mientras que cuestiones secundarias se apoderan de la narración innecesariamente y de manera continua. Más allá de esto la historia es muy buena y tiene muchas potencialidades, pero Arnaldo André se empantana en el estilo televisivo que lo hizo famoso, lo cual hace que la película tenga un espectador muy acotado que comulga con el melodrama de la telenovela. Un cameo sin sentido y al pasar de Luisa Kuliok, su compañera protagónica de muchas exitosas series de época, no aporta nada, salvo un dejo nostálgico para los que disfrutaron del último atisbo de éxito de las telenovelas, tiempo en el que Arnaldo André parece haber quedado congelado.